Y es que no basta ser honrado para estar al frente de una entidad como Veracruz. Se necesita liderazgo, inteligencia, capacidad y carácter, cualidades de las que adolece este ingeniero mecánico electricista, que puede ser todo lo buena onda que se quiera, pero que no tiene pasta ni empaque para gobernar.
Y ante esto el rechazo no se ha hecho esperar.
Si en enero Cuitláhuac tenía una aprobación del 49.3 por ciento, para marzo mostraba un descenso del 23 por ciento y pasó del séptimo al vigésimo quinto lugar entre los 32 gobernadores evaluados. Pero la debacle continuó en abril cuando sólo el 11.7 por ciento de los encuestados le dio su aprobación y lo mandó hasta el lugar 29 de los peor calificados; sólo arriba de Javier Corral de Chihuahua; Augusto Gómez de Tabasco y Cuauhtémoc Blanco del estado de Morelos que también están en el hoyo.
A su manifiesta incapacidad para hacer frente a los problemas de la entidad, hay que agregar que le empotraron en puestos clave a dos sujetos que no sirven para nada: Hugo Gutiérrez Maldonado, Secretario de Seguridad Pública y Eric Patrocinio Cisneros, titular de la Secretaría de Gobierno. Con esos sujetos la seguridad de los veracruzanos no pudo estar en peores manos.
Veracruz es un caos al que Cuitláhuac no ha podido encontrarle solución y por eso será removido junto con sus dos inútiles peones. Estos podrían irse en cualquier momento (ojalá sea al ratito), pero Cuitláhuac se irá hasta diciembre del 2021 porque antes se tendría que convocar a elecciones donde es casi seguro que le den una tunda a Morena.
La pregunta es ¿para qué esperar tanto tiempo?
Si bien es cierto que la salida del mecánico electricista y sus peones no disminuirá la violencia ni la inseguridad, sí despresurizará la olla de descontento popular que ya está muy caldeada.
Cada día que Cuitláhuac permanezca en la silla de gobernador crecerá el rechazo a su persona y eso hará menos posible el triunfo de Morena en las elecciones intermedias. Luego entonces, ¿por qué no darle las gracias de una vez?
Si ya se vio que por más esfuerzos que dicen que hace no ha logrado enderezar ni un milímetro la nave de Veracruz que se sigue ladeando y hundiendo ¿a qué seguirlo aguantando?
Andrés Manuel debe tener presente que su antecesor Enrique Peña Nieto, pagó caro el hecho de desoír las voces que le pedían que echara a Javier Duarte de Palacio de Gobierno. Para cuando vino a reaccionar, el PRI ya había perdido Veracruz meses antes de las elecciones.
Si el tabasqueño sigue tensando la cuerda con Cuitláhuac García nomás porque éste es honrado y buena persona, puede que el destino le juegue una muy mala pasada de la que se arrepentirá todos los días de su vida.
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