EL DESPLAZAMIENTO de grandes cantidades de personas, procedentes de países latinoamericanos, principalmente de Honduras, El Salvador, Colombia, Venezuela y hasta muchos otros países del Caribe, muestran las grandes carencias que tienen en sus propios lugares de origen, principalmente la alimentación, la posibilidad de tener atención para la salud, la formación de la niños y jóvenes, independientemente de otros factores que favorecen el movimiento de grandes contingentes hacia otros lugares como los Estados Unidos, que a pesar de los grandes flujos de personas que han llegado, llegan y los que llegarán, seguramente, por diversos filtros en la propia frontera de este país, sigue siendo el paraíso de la migración.
Los graves problemas políticos, la inseguridad, el narcotráfico y otros problemas similares, originan que la población busque vivir mejor en otros países, donde también hay diversos problemas de subsistencia, como es el caso de México, paso obligado del flujo migratorio del sur del continente, con rumbo a los Estados Unidos, donde ya se muestran esfuerzos más concretos para impedir la entrada de personas provenientes de estos países, por lo que la amenaza comienza a surtir sus efectos, precisamente para nuestro país, en donde muchos migrantes están prefiriendo quedarse y buscar empleo para poder vivir dignamente.
El asunto está en que México, también, por sus propias condiciones políticas que han fortalecido el problema de la crisis económica que azota al mundo entero, no tiene los suficientes empleos para poder responder a la demanda interna, agravando, de paso, la necesidad de la migración de quedarse, quizá, por un tiempo determinado en nuestro territorio.
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México, con su política populista, ha ofrecido, incluso, dar empleo a gran parte de migrantes que deseen quedarse en nuestras tierras, cuando en realidad, no ha logrado dar empleo a sus propios habitantes, lo que se ha criticado fuertemente a los gobiernos actuales de ser, solamente, candiles de la calle y oscuridades de su propia casa. En este sentido, la migración, que aumentó considerablemente sus flujos con rumbo a los Estados Unidos, tal y como se ha estado observando en los recientes meses, se ha vuelto una amenaza para el pueblo de México, que ya no ve la forma de evitar que también, por sus fronteras del sur sigan pasando grandes contingentes que lógicamente no llegarán todos al territorio norteamericano, sino que se irán quedando en tierras mexicanas, generando un serio problema para alimentarlos, para darles las mínimas condiciones de salud y educación y en general una subsistencia digna.
Pero, desde luego, que eso no es todo, pues lo mismo se quedarán en nuestro país, personas honestas y trabajadoras, como también muchos delincuentes que elevarán los índices de violencia.
Ya se tienen diversos reportes que en muchos asaltos, robos a mano armada, robos a casas habitación y ataques a las personas, engrosamiento de las filas de los grupos organizados de la violencia y hasta secuestros, son perpetrados por personas provenientes de estos países y que se van quedando en el territorio nacional, que al no encontrar empleo, como una gran mayoría de mexicanos, deciden entrarle, primero por necesidad, a los actos fuera de la ley para convertirse, posteriormente, en una verdadera calamidad delincuencial.
Por tal motivo, ahora más que nunca, la migración que pasa por nuestro país, se ha convertido en un peligro más para la estabilidad misma de la sociedad, pues ya no se trata de grupos pequeños que se van al norte en busca de mejores oportunidades y que tarde o temprano, logran su objetivo de internarse legal o ilegalmente a los Estados Unidos, sino de grandes grupos migratorios que se van dispersando por el país, con grandes dificultades para el gobierno, de poder controlarlos y vigilarnos permanentemente, de tal manera, que de los cuatro o cinco mil personas que ingresan por el sur, no todos llegan a su destino prioritario que el país del norte, sino que deciden, por las grandes dificultades que se les van presentando, quedarse en nuestro país, donde son atraídos por los grupos violentos que ya existen en el propio territorio.
Por eso mismo, también, ya en nuestros días, este problema se ha vuelto en una seria preocupación para el gobierno federal, puesto que en principio, en aras de ser humanitario y solidario con las necesidades de las personas que huyen, prácticamente de su país por los problemas ya comentados y por la persecución de que son objeto, se les ofreció estancias en las fronteras y en lugares por donde pasan para que puedan llegar a su destino, pero no para quedarse, porque entonces, el problema se agrava más para este país donde no se tienen empleos ni condiciones favorables para apoyarlos.
Las posibles soluciones están, más que nada, en la ayuda internacional, en sus propios países, donde se procure contribuir a la estabilidad de sus propios gobiernos y generando inversiones donde puedan surgir los empleos que tanto necesitan los ahora migrantes, para poder subsistir con sus respectivas familias y no poner en riesgo su propia seguridad y la de sus familias al salir de sus lugares de origen.
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Y HABLANDO DE INSEGURIDAD, México, en los recientes años, ha vivido bajo la amenaza de dos fuegos. El primero, generado por la violencia desencadenada de los grupos fuera de la ley y el segundo, por la propia violación de los derechos humanos, las agresiones y los ataques a la propia vida, generados por el propio fuego amigo que significa la presencia policiaca y todos los grupos que supuestamente fueron creados para mantener el orden, generando, de esta manera, la posibilidad de inestabilidad del propio gobierno y de la sociedad.
En conjunto, la violencia, ha rebasado considerablemente la acción gubernamental, de tal manera, que amenaza, también, con desestabilizarla y crear lo que tanto se ha temido, es decir, la ingobernabilidad de un país, de un Estado o municipio.
Este es el enorme problema al que se enfrenta el gobierno de la actualidad, porque poco a poco se ha ido minando la garantía de seguridad en todo el país, por lo que el poder de los grupos del crimen organizado ha alcanzado grande dimensiones que serán, indudablemente, difíciles de erradicar.
Las estrategias contra la inseguridad, si es que las ha habido, han fallado rotundamente, incluyendo la creación de grupos policiacos especializados que antes de salir oficialmente a las calles para cumplir con su trabajo, han sido minimizadas por la propia delincuencia, pues en muchos momentos, los actos fuera de la ley se cometen, propiamente, delante de ellos.
El caos se apodera de México. Que Dios nos agarre confesados, como suele decirse en estos casos.
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¿DÓNDE HAN QUEDADO esas palabras que tanto se han escuchado en labios del propio Presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador, en relación a su gobierno que no debe mentir, no debe robar y no debe traicionar?.
Poco a poco se han ido descubriendo acciones que no son, propiamente, de combate a la corrupción y que significa que nada de lo dicho ha sido cierto, sino que fueron falsas promesas, también, de su campaña presidencial.
Tan solo en Veracruz, hasta que no quede debidamente aclarado el asunto de la compra y renta de las patrullas, no dejará de ser, un primer caso debidamente documentado de corrupción, cometida en el nuevo gobierno que encabeza Cuitláhuac García Jiménez.
No mentir, no robar, no traicionar, frases que solamente quedarán para la historia política de este país.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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