Bitácora Veracruz.
Miguel Ángel Cristiani González.
 

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La respuesta de Donald Trump
2019-05-22

Aunque el presidente de México Andrés Manuel López Obrador asegura que no habrá de responder a la amenaza que hizo -por Twitter- el presidente de los Estados Unidos Donald Trump respecto a aplicar acciones restrictivas porque según él el gobierno de México no está haciendo nada para frenar el tráfico de centroamericanos hacia su país, el asunto no es tan sencillo como contestar con un simple “paz y amor”.


 Aunque no se sabe aún en que consistirán esas reacciones por parte del gobierno de Estados Unidos, debemos de tener en cuenta que la declaración del presidente Trump se generó esta misma semana, luego de que el lunes pasado en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador la Secretaria Ejecutiva Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) Alicia Bárcena presentó el llamado Plan de Desarrollo Integral El Salvador-Guatemala-Honduras-México. Diagnóstico, áreas de oportunidad y recomendaciones de la CEPAL, en el que se hacen una serie de recomendaciones y acciones para contrarrestar precisamente ese flujo de migrantes.


No se sabe entonces, cual será la reacción del presidente Trump, pero nada más por poner un ejemplo, podría cancelar el llamado Plan Mérida o Iniciativa Mérida, que consiste en que el congreso estadounidense entrega un presupuesto de varios millones de dólares al año -que según la Secretaría de Gobernación desde 2008 en que se firmó por los entonces presidentes Calderón y Bush ha entregado unos US $1.600 millones, para el combate al tráfico de drogas y la seguridad, mediante equipos, helicópteros y armamento.


Por ello resulta interesante conocer el documento -de 334 páginas- del llamado Plan de Desarrollo Integral El Salvador-Guatemala-Honduras-México que oportunamente nos hizo llegar nuestro amigo y compañero periodista Rodolfo Casanova, como parte de su muy completo servicio de recopilación informativa que en las primeras páginas de la introducción establece que:


“En los países del norte de Centroamérica NCA (NORTE DE CENTROAMÉRICA) —El Salvador, Guatemala y Honduras— existe un patrón de desarrollo con limitada inversión física y en las personas, sin seguridad personal ni social y con grandes vulnerabilidades al deterioro ambiental derivado de los efectos del cambio climático.


Una consecuencia de ello es que las posibilidades de aumentar la productividad laboral y obtener mayores salarios para reducir la brecha de ingresos que existe con países como los Estados Unidos se encuentran restringidas. Esta brecha de ingresos se ha visto agravada por impactos que han deteriorado aún más el desempeño de este patrón de desarrollo, contribuyendo directa o indirectamente a aumentar las migraciones.


El legado de la guerra, los desastres naturales y el aumento de la violencia en ausencia de protección social interactúan con otros desafíos estructurales de largo plazo, como la persistente desigualdad, la demandante demografía, la rápida urbanización, la existencia de diásporas constituidas en países de tránsito y destino, y la cercanía con los Estados Unidos y su demanda de mano de obra, todo lo cual incide en un marcado aumento de los flujos migratorios, que en su mayoría han sido desordenados, desprotegidos e irregulares (Fuentes, 2019).


Las brechas de remuneraciones explican en buena medida las migraciones internacionales duraderas, aun cuando puedan exacerbarse por impactos más coyunturales —como un huracán, una sequía prolongada, una erupción volcánica, un terremoto, las guerras internas, la violencia o una recesión económica— que provocan también importantes desplazamientos humanos. La productividad laboral es más de diez veces mayor en los Estados Unidos que en El Salvador, Guatemala y Honduras, y alrededor de cinco veces mayor que en México. A su vez, la productividad de México es entre dos y tres veces mayor que la de los países del norte de Centroamérica. La baja productividad laboral, como la de los países del norte de Centroamérica, se refleja, a su vez, en bajas remuneraciones; la brecha en las remuneraciones entre los países del norte de Centroamérica y México, por un lado, y los Estados Unidos, por el otro, constituye un factor estructural en la propensión a emigrar, que tendería a ser menor si la brecha de productividad fuera menor.


Las encuestas recientes sobre personas migrantes y remesas mostraron que cerca del 40% de las personas migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador tenían empleo cuando decidieron migrar. Su interés al migrar no era la búsqueda de empleo, sino de una ocupación con mayor productividad laboral que les permitiera generar ingresos más altos. Esto refuerza la importancia de considerar la brecha de productividad laboral y no solo el desempleo como un determinante fundamental de las migraciones. Aumentar significativamente el empleo con derechos y productividad laboral creciente en los países del norte de Centroamérica debería ser una piedra angular de cualquier estrategia de desarrollo regional.


Entre los determinantes más importantes de la migración también están la demografía y la falta de empleos para jóvenes, con contratos y seguridad social (OIM, 2017). La población de Centroamérica en su conjunto creció casi 5 millones de personas durante la última década del siglo XX, al pasar de 19,5 millones en 1990 a 24,0 millones en 2000. La mitad de ese aumento se debió a la expansión demográfica de Guatemala, cuya población durante ese período creció casi 2,4 millones de personas, al tiempo que la población de Honduras creció 1,6 millones de personas, mientras que en El Salvador creció menos de 620.000 personas durante el mismo período.


Esta expansión demográfica significó un aumento masivo de la oferta de mano de obra en la primera década y media del siglo XXI, pero solo un tercio de los jóvenes que ingresan anualmente al mercado laboral en los países del norte de Centroamérica encuentran un empleo formal. Ante esta dinámica demográfica, especialmente en Guatemala y Honduras, se vuelve esencial generar una demanda de mano de obra equivalente, ya que la sola mejora de la educación o el microcrédito, sin la generación de oportunidades reales de empleo decente de mayor productividad, estimulará la migración en lugar de desalentarla. Sin embargo, la inversión, principal fuente de la demanda de empleo, ha sido insuficiente en los países del norte de Centroamérica, con coeficientes especialmente bajos


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