Si bien es razonable que Cuitláhuac García Jiménez esgrime que los “ataques” que recibe a su cargo y administración obedezcan a intereses partidistas, de colores o apellidos, como él mismo los calificó, también es razonable que no todas las críticas (que no ataques) obedecen a lo antedicho, sino más bien al ejercicio de algunos del quehacer periodístico, o bien de otros del ejercicio como oposición; y algunos más, por simplemente ser testigos del trabajo que desempeña García Jiménez y los suyos, que por estar donde está, es sujeto de la observancia desde cualquier ángulo que se le vea… ¡vamos! en este momento, el sujeto de la acción es el que está en el Poder.
Por supuesto, tampoco se desestima que si tiene pruebas del enriquecimiento ilícito de sus antecesores, lo que más deseamos los veracruzanos es que entonces se actúe conforme a la Ley y se llegue a sus últimas consecuencias… tendrá casi seis años para hacerlo… como en su momento los tuvo Fidel Herrera y Javier Duarte. Curioso, porque en dos años, Miguel Angel Yunes Linares hizo más que cualquiera de los dos ex gobernadores anteriores aunque ahí radica uno de los poderes de la alternancia: ya no se tapan con la misma cobija.
Y es razonable la reacción de Cuitláhuac porque mucho se le ha señalado de tener un Gobierno fallido. Difiero. No se puede hablar de un Gobierno fallido con seis meses de administración. Siendo generosos, quizás debiera Veracruz pedirle cuentas a partir del primer año en aras de que ya no tenga pretexto para no responder con su abuela de supuestos actos de nepotismo, no sólo de él, sino de colaboradores y cercanos incrustados en su Gabinete; así como para que atienda esa transparencia de la que tanto demandó de los anteriores pero que no quiere asumir ahora que está en el poder, como en el caso de la compra de las patrullas o de medicamentos, que dieron origen a una frase “sureña” por parte de su médico general, que presume como Neumólogo Pediatra: “no les embona ningún chile”.
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Así las cosas, en lugar de hablar de un Estado Fallido, bien podemos citar “un semestre fallido”... marcado por una bandera de honestidad sustentada en el decir y sostenida en la falacia de autoridad de un Pejedente que está claro, será el “cleaner político” de un bisoño Cuitláhuac que más que ganso, parece pato… por eso el “cleaner”, porque alguien tiene que limpiar las “graciosadas” del Cuac, digo: Cuic.
Creo que cualquier veracruzano bien nacido espera que le vaya bien a Veracruz… y se está en las condiciones de que así pudiera ser… se tiene a un Pejedente de Morena, así como un Gobernador de Morena y en la capital veracruzana, igual tenemos a un alcalde de Morena… ¿qué pasa entonces en Xalapa, que los ciudadanos cansados de esperar la reacción de sus autoridades municipales, tengan que salir a su calle y pavimentarla como Dios les dé a entender? Muchos pudieran celebrar esto y demandar que más vecinos actúen y no sólo pavimenten su calle, sino poden sus parques, sus jardineras, arreglen sus alumbrados, tapen sus baches, etcétera… pero ello sólo evidenciaría aún más la actitud de un gobierno municipal que presta oídos sordos a sus ciudadanos. Aquí, con el alcalde de Xalapa, esa curva de aprendizaje ya pasó… no hay pretexto y es claro que la percepción que se tiene de él, conlleva a descalificativos, porque generó mucha expectativa y resultó puro blof.
En el caso del Estado, con la percepción que se tiene de Cuitláhuac y su relación con el Pejedente, uno esperaría el anuncio de magnas obras en la entidad que repercutan en inversiones, empleo, flujo monetario, actividad comercial y por ende, seguridad… pero eso es lo que se espera… y hasta el momento, nada… sólo les queda decir que tenemos un Gobernador honesto e inteligente, pero de lo que le interesa al veracruzano de a pie, ¡nada! Eso sí, nadie duda que el Pejedente le tenga cariño a García Jiménez… ¡nadie! ¡Quiere a Cuitáhuac, pero tal parece que no quiere a Veracruz!
Las cacayacas a Cuitláhuac es seguro que continúen y qué bien que responda a ellas… pero así como reacciona a éstas, igual se espera que tenga la misma intensidad a las críticas al ejercicio de su función y de las cuales se espera transparencia y no invocaciones al más allá que sólo sirven para que a los veracruzanos nos quede claro que Cuitláhuac ¡no tiene abuela!
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