"Todo en la tierra se aleja alguna vez. La luna y el paisaje. El amor y la vida".
“…el día que yo me muera, no voy a llevarme nada, hay que darle gusto al gusto, la vida pronto se acaba, lo que pasó en este mundo, nomás los recuerdos quedan, ya muerto voy a llevarme...nomás un puño de tierra…
La voz que siempre se escucha en Casa Bonilla, la de Rosalino, y su mariachi que bien acoplados pero hace un momento con el sello de la tristeza, las notas musicales que por muchos años escuchó el buen amigo Chente Bonilla, en su negocio, esta tarde de lunes, lo despedían…con la presencia de gente de pueblo, su gente, cantando y con la mirada fija en la cripta, en donde desde este momento, reposa el amigo de todos que comentan excelentemente bien de él. El último de sus amigos, Dionicio Carmona Hernández, estaba con nosotros, Pepe Domínguez y una vieja ex cocinera de Chente, paisana nuestra que llorando decía adiós a su patrón.
“…pero sigo siendo el rey…se entonaba. “…vida, si tuviera cuatro vidas, cuatro vidas serían para ti…”, con mariachi y el trío, mientras que los Norteños cantaban también la canción-corrido dedicado a Chente Bonilla y para Todos sale el Sol…vimos gente de Coatepec y de Teocelo, en donde Vicente cosechó infinidad de amigos, de Ixhuacán y de Monte Blanco…Mario Chama, Memo Lozada, Roberto Pérez Martínez, Fermín de Timbales, los perpetuos trabajadores d Casa Bonilla, el contador y su familia, Samuel, Rafael García el “Chino”… los amigos del hijo de Chente, - ausente en Europa - presentes en la despedida que cerró con melancolía el Mariachi: “…a donde irá, veloz y fatigada, la golondrina que de aquí se va, por si en el viento, se hallara extraviada, buscando abrigo, y no lo encontrara…
Roberto Bonilla, reflejando su tristeza y su hija Arely…en esta despedida del “Viejote” Bonilla, ahora con Raymundo Jiménez, el famoso “Mosquito” y el Angel, el “Boa”, quienes seguramente dieron ya la calurosa bienvenida a un gran ser humano, al amigo Vicente, a quien al menos un día a la semana, un servidor le llevaba las ricas roscas de agua para acompañar su café que saboreaba por las tardes, una vez que cumplía religiosamente con el guiso de los langostinos, en ese viejo bracero que aventaba lumbre de leña y de la cual, el Viejote me decía: “Qué chulo se ve mi chino”.
Fue un adiós mi Viejote…en este camino sin retorno.
Aunque ya no se te vea por tu cocina, tu negocio…tu esencia de gran ser humano, tus pasos y tu bohemia no se esfumarán.
Algún día te alcanzaremos.
Ley de la vida, de Dios. |