Así, lo que parecía una injusticia a consumarse de modo inminente concluyó ayer en el juzgado mediante un acuerdo justo de pago…
Convenio en donde además de darse por pagada la acreedora con menos del diez por ciento de lo que originalmente reclamaba, se le tuvo por desistida del juicio que seguía en contra de los protagonistas de esta historia, y en consecuencia se ordenó cancelar el embargo que había recaído sobre los bienes de Daniel.
Detrás de toda la felicidad que nos produce a los barzonistas convertir problemas en casos de éxito como éste, se concentran muchos años de trabajo, aprendizaje y una nueva enseñanza cada día, que nos permite con espacios como este, contribuir como sociedad civil organizada a fortalecer a los usuarios de servicios financieros y consumidores a través del conocimiento de sus derechos y de las instancias en donde se hagan exigibles.
Es muy probable que Daniel y Gonzalo hubieran seguido cometiendo más errores (legales) por desconocimiento de las leyes aplicables tratando de resolver solos su caso, afortunadamente llegaron al Barzón y desde esta trinchera fue posible encontrar la solución.
Pues aparte de la defensa en juicio, logramos hacer valer sus derechos como consumidores, llamando a cuentas a la empresa –por conducto de la autoridad competente - para que explicaran el doble cobro que pretendían, y nos dijeran como aplicaron el pago de la unidad financiada que recibieron como dación en pago.
¡Tremendo coraje!, el que hizo la apoderada de la empresa que tuvo que venir desde la CDMX para comparecer ante la Delegación de Profeco en esta ciudad, para dar una explicación por escrito del actuar de su representada; pero se comprende, es difícil explicar lo inexplicable y ver que queda al descubierto la conducta abusiva con la que se estaban conduciendo en contra de sus clientes, estos últimos quienes actuando de buena fe, siguieron (en su propio perjuicio) al pie de la letra los consejos de su acreedor.
Sin más remedio tuvieron que negociar, pues con los reflectores encima resultaba imposible que se consumara la injusticia.
Y ya con el “piso parejo”, pudimos conocer las cifras exactas de lo que se adeudaba, lo cual como dije anteriormente, muy lejos quedaba de lo que hubieran querido (y podido) cobrar.
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