Alguien dijo: “El boxeo es un juego de ajedrez. Tienes que ser lo suficientemente hábil y haber entrenado lo suficientemente duro para conocer muchas formas de contraatacar en cualquier situación, en cualquier momento”.
Todos dicen conocer las razones por las que el exgobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa inició esta ofensiva mediática.
Que si se está victimizando, que si es producto de una crisis por su prolongado encierro, que si forma parte de un acuerdo con el gobierno de Morena, que si está anunciando su inminente salida, etcétera, etcétera, etcétera.
Como alguien que le dedica buena parte de su tiempo al entrenamiento del boxeo, Javier Duarte golpea a la cabeza y se aleja; evita los contragolpes y aprovecha para lastimar la parte baja de su contrario.
Un día aparece en un medio nacional arremetiendo contra los exfuncionarios de la PGR, y al otro aparece en opciones locales para hablar de quienes lo traicionaron.
Narra con lujo de detalles, con una memoria que sorprende, sucesos ocurridos hace 9 años.
En todas las entrevistas que ha concedido (no menos de 20, más las que están por publicarse) el nombre del expresidente Enrique Peña Nieto es referencia obligada. Suele comentar que a su amigo “le envenenaron la mente”, que servidores públicos muy cercanos al entonces Presidente de México se encargaron de convencerlo que la mejor solución para mejorar la imagen de su gobierno era “meter a la cárcel a alguien de casa, que se mande el mensaje de que no se tolera la corrupción” y que vieron en el gobernador de Veracruz la víctima propiciatoria.
Enrique Peña Nieto, radicando ya fuera del país, no ha hecho comentario alguno respecto a las declaraciones de quien fuera su amigo y compañero de luchas.
La historia sobre la obtención de la anuencia presidencial para reformar la Constitución de Veracruz y diseñar una gubernatura de apenas dos años para su sucesor (con el pretexto de “empatar” las elecciones locales con las federales) ya la había contado Javier Duarte en los días posteriores a su aprobación en el Congreso local.
Duarte de Ochoa tiene objetivos muy claros. Su embestida mediática tiene fines que él conoce muy bien. En todas ellas procura hablar lo menos posible de los señalamientos en su contra –y en contra de sus más cercanos colaboradores- por desvíos de recursos, con el abuso de esa estrategia financiera bautizada como “la licuadora”.
Duarte procura hablar lo menos posible de ello, pero al final tiene respuestas bien estudiadas para cada cuestionamiento. Es el primer servidor público que admite que desvió recursos, aunque advierte que “desviar” no significa “robar”, pues lo gastó en el mismo gobierno de Veracruz, sólo que en un rubro distinto.
Afirma que tanto la Secretaría de Hacienda, como la propia Auditoría Superior de la Federación (ASF) lo sabían, pero que no era, tampoco, una práctica exclusiva de Veracruz. Todas las entidades federativas que arrastraban déficit en sus finanzas, recurrían a “la licuadora”.
Y es que no todo lo que se atribuye hoy a “declaraciones” del exgobernador de Veracruz es real. No todos lo han entrevistado. Muchos están inventando charlas a partir de la mezcla de varias entrevistas ya publicadas, le agregan algo, le quitan otros detalles y le inventan otros a su conveniencia.
Javier Duarte está moviendo sus piezas. Él está convencido de que, incluso antes de ser sometido a la justicia del país, ya los políticos se habían encargado de que los veracruzanos lo sentenciaran. Y sin embargo está dando la cara y eso tiene preocupados a muchos, pues no tienen claro, a ciencia cierta, qué es lo que busca.
¿Querrá vengarse de quienes lo satanizaron?
¿Cuánta información –debidamente documentada- posee?
¿Quiénes, de los que hasta el día de hoy han ocultado su larga cola, podrían ser exhibidos por Javier Duarte?
De lo que sí deben estar seguros, es que hoy su objetivo no es sólo Miguel Ángel Yunes Linares.
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Epílogo.
Ya no quiere hablar sobre el tema, pero cada que se acerca a los reporteros, a Cuitláhuac García le siguen preguntando por su primo Eleazar Guerrero. En esta ocasión ya les comentó lo que aquí se había anotado desde hace un par de meses: que el nepotismo no está tipificado como delito en esta entidad. *** El problema, sin embargo, no es ese, sino que le mintió a su líder y jefe político, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no se cansa de defenderlo y de repetir que el gobernador de Veracruz “es un hombre honesto”. *** Está creciendo la inconformidad entre los legisladores de la bancada del PAN en el Congreso local por las actitudes que ha asumido su coordinador Sergio Hernández. Este lunes el diputado Enrique Cambranis afirmó que el coordinador de su bancada “divide” al grupo legislativo, pues antepone intereses de su grupo. *** “Somos el único contrapeso real contra los malos gobiernos -del Estado, federal y en muchos municipios- y si nos coordinamos, haremos un mejor trabajo para los ciudadanos”, planteó. Y le hizo un llamado directo a su coordinador: “Debería unir y no dividir a la bancada”.
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