Pensemos en el asesinato de David Maciel Sosa, el ex alcalde de Acatlán de Pérez Figueroa, Oaxaca, ocurrido este jueves presuntamente durante un asalto.
Es un hecho que un reportero puede transmitir mediante una nota sencilla.
Un investigador –de ciencias sociales, policiaco o periodístico- de inmediato recurrirá a una variable: el contexto.
¿En qué región se ubica Acatlán de Pérez Figueroa? ¿Cuál es el índice criminal actual en la zona? ¿A qué perfil pertenece el índice criminal, de haberlo? ¿Fue un hecho aislado o el crimen de un político -aún fuera de funciones- es común en la actualidad en el municipio de Acatlán de Pérez Figueroa y alrededores?
Si el índice criminal o de violencia es grave en la zona donde ocurrió el suceso ¿qué están haciendo las autoridades de todos los niveles y cómo está reaccionando la población civil?
Ahora, de inmediato traslademos el escenario al pasado.
La historia, como ciencia, tiene corrientes de estudio, metodologías, normas estrictas para validar sus datos.
En el Claroscuros titulado “Palabras clave: Veracruz; Guerrillas; Gobiernos; Estado; Fallas; Estructuras; Matanzas; Violencia; Cacicazgos; Represión; Injusticia; Historia; Drogas”, nos remitimos a los gobiernos de Fernando López Arias -1968-1974- y Rafael Hernández Ochoa -1974-1980- para indagar sobre el pasado mediato de Veracruz a partir de un aforismo “Granero y Yunque de la nación”, atribuido al gobernador Agustín Acosta Lagunes -1980-1986-.
Aquí nos remitimos a la misma época por dos motivos:
- Ubicar el contexto violento de Acatlán de Pérez Figueroa en los años 70s
- Dar seguimiento –ahora a modo de contexto histórico- a las respuestas de los gobiernos veracruzanos desde hace 50 años frente a la problemática de la violencia y sus posibles causas: entre ellas la injusticia social, la demanda de democracia, la represión, la falta de desarrollo en rubros como la salud, educación, la comunicación, la democracia, la inclusión social…
Como lector y redactor, entendamos un punto dentro de este ejercicio: nada en un momento de la historia ocurre sin un antecedente, es decir sin un vínculo con el pasado.
Nada ocurre, tampoco, sin un contexto.
El asesinato del ex acalde de Acatlán de Pérez Figueroa no es -por naturaleza del comportamiento social- un hecho aislado.
Tal hecho y su contexto, por tanto, tienen detrás hechos y contextos del pasado, históricos.
El periodista avezado, estudioso, profesional, debe contar con estas herramientas para evolucionar en su trabajo profesional.
El lector debe distinguir, a su vez, entre las versiones baladíes, falsas, revueltas entre medias verdades y mentiras, de aquellas que se fundamentan en datos duros, históricos, producto de análisis profundos, de investigaciones y no sólo de interpretaciones.
El periodista que cuenta historias fundamentadas no es igual al periodista que parte del yo opino, yo creo, según yo…
Ese personaje puede ser un ´opinólogo´ y no un periodista.
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Ya establecimos que este jueves mataron al ex alcalde de Acatlán de Pérez Figueroa, un pueblo oaxaqueño de la sierra de Tezonapa.
Tezonapa es un municipio veracruzano que da nombre a esa región donde la frontera entre las entidades de Oaxaca y Veracruz se marca apenas por ríos, arroyos, caminos rurales.
Acatlán de Pérez Figueroa y Tezonapa, entonces, comparten para empezar un contexto geográfico común, son vecinos y lo han sido desde siempre.
Hay más.
Esa región fue visitada en la década de los 70s por Lucio Cabañas, guerrillero nativo del estado de Guerrero que buscó adeptos, los consiguió y adoctrinó.
El hijo de Tomás Sánchez Vitorio “Tomasín” afirma –Arturo García Niño dixit- que Cabañas se entrevistó con su padre y lo invitó a sumarse al movimiento guerrillero que planeaba derrocar al gobierno priísta.
He aquí otro contexto histórico clave: la sierra de Tezonapa y su frontera con Oaxaca es una región con nexos guerrilleros que ha vivido siempre en condiciones sociales tan adversas que la vuelven proclive a la lucha por la justicia social.
Una faceta de “Tomasín” encarna el rostro de héroe popular porque repartía parte del botín de sus robos con los pobres.
Eso lo convirtió en líder y el pueblo lo cuidó.
Lucio Cabañas habría visto en Tomás Sánchez Vitorio a un igual, un semejante con arrestos y visión para la lucha social y política radical.
¿Cuál fue la respuesta del gobierno?
Contra Lucio Cabañas la persecución, la represión y la muerte.
Contra “Tomasín” la persecución y la oferta de sacarlo del país a cambio de deponer las armas (Arturo García Niño dixit).
Al no aceptar Tomás Sánchez el ofrecimiento terminaría ejecutado en el puerto de Veracruz a inicios de enero de 1978.
El contexto, empero, no cambió.
Tanto Lucio Cabañas como Tomás Sánchez recorrieron la sierra de Tezonapa, Veracruz, de la que forma parte Acatlán de Pérez Figueroa.
Cincuenta años después las contradicciones sociales, el abandono oficial, los cacicazgos, la lucha violenta con o sin ideología definida, continúan.
Y el asesinato, ayer, del ex alcalde de Acatlán de Pérez hila cinco décadas de historia.
Las muertes no paran; los contextos se unifican.
El México de hoy avanza lentamente en la democracia pero sufre en forma lacerante la sangría del hambre, de la injusticia, de la falta de desarrollo social.
Hubo represión hace cinco décadas; hay muertes por doquier hoy.
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Un detalle clave: aparecería Toribio Gargallo Peralta y tras su muerte ocurrió el hallazgo de 200 kilos de cocaína (Cárdenas, Mussio; revista PROCESO, 1991).
Desde los 80s, con la venia del gobierno federal y bajo su control había nacido el cártel de Guadalajara a cargo de Miguel Angel Félix Gallardo, con extensión en varias entidades entre ellas Veracruz.
Otro escenario; otro contexto; las consecuencias cada día peores…CONTINUARA. |