A la convocatoria del símbolo que representa la niña sueca Greta Thumberg, millones en su mayoría jóvenes de más de 100 países se movilizaron este viernes 20 de septiembre bajo la iniciativa mundial, “viernes por el planeta” para exigir que haya compromisos y respuestas ante los sufrimientos planetarios. Millones de todo el mundo marcharon por un mundo mejor y contra el calentamiento global. Marcharon para demandar un futuro distinto al de destrucción que estamos destinados si seguimos como hasta ahora. Los reúne un pensamiento sencillo pero contundente, dado por una estudiante de secundaria del sur de Manhattan en Nueva York, “ si no empezamos a cuidar la tierra ahora, morimos”.
Las evidencias de las complicaciones medioambientales ya están presentes. Ninguna lucha tan vital para el futuro de nuestra especie como éste, porque significa la sobrevivencia de todos. Más allá de la resiliencia que podamos construir, las condiciones y plazos de nuestro futuro dependen de las acciones, de los actos concretos que logremos dar para transformar la relación de explotación de los recursos naturales que nos ha llevado a este punto crítico y casi sin retorno en que nos encontramos.
Hemos sido capaces de destruir, de desaparecer miles de especies vegetales y animales escudados en nuestras “necesidades” de desarrollo. Hemos sido promotores y/o cómplices de un modelo de producción arrasador, insolente, estúpido y suicida. Hemos tratado a la naturaleza sin respeto, sin ética y sin entender a cabalidad que nuestro "dominio como especie" nos ha llevado a extinguir a muchos otros habitantes de un espacio que sin duda nunca ha sido solo nuestro, destruyendo sus equilibrios y cavando nuestra propia tumba.
Las políticas para incrementar los espacios económicos de “satisfactores”, han privilegiado el rompimiento de nuestros vínculos con el conjunto planetario; hemos roto y despreciado nuestro profundo vínculo con la naturaleza y ahora mismo nos encontramos en una encrucijada para recomponer nuestra huella en la corta historia como especie humana.
Los estudios y esfuerzos realizados por muchos grupos y personas que han clamado por la modificación del modelo dominante de crecimiento, a la luz de las nefastas consecuencias de su aplicación, han encontrado oídos sordos en los gobiernos y los grupos de poder que dominantes, indiferentes y ciegos, continúan con la cerrazón de privilegiar sus ganancias, dando continuidad a las acciones en perjuicio del planeta Tierra.
En nuestro país el deterioro de las condiciones ambientales prosigue. Contra toda capacidad de comprensión, parece otorgarse poca importancia al tema. Poco se ha hecho y peor aún se ve el futuro a casi un año de los nuevos ejercicios administrativos federales. Aparte de incluir la palabra "sustentable" en los títulos, no se observa una estrategia clara para enfrentar el daño ambiental, ni en el documento rector de la planeación nacional, ni en el presupuesto de egresos, ni en el diseño de políticas claras para revertir y remediar los equilibrios medioambientales.
En Veracruz sucede lo mismo. Tampoco parece que pudieran darse cambios respecto del desprecio al tema medioambiental mostrado por las anteriores administraciones. Igual se opera, igual se reducen los presupuestos, igual se abandonan las acciones puntuales, integrales, que respondan a una problemática que se amplia y pone en entredicho nuestra sustentabilidad y la posibilidad de resguardar lo que aún queda de nuestra riqueza ambiental.
Casos evidentes de deterioro, como son nuestras fábricas de agua en el Pico de Orizaba con la pérdida de nuestro último glaciar; la incontenida tala clandestina, la ampliación indiscriminada de la frontera agrícola; el avance urbano sin contención ni respeto de áreas de riesgo o valor ambiental; la descontrolada contaminación del aire, de nuestras aguas, mares, ríos, lagunas; el pésimo manejo de los residuos sólidos.
¿Dónde están los responsables de que siga sucediendo todo esto? ¿Hasta cuándo se trabajará en desmantelar este complejo sistema de arbitrariedades e intereses, de incapacidades? Se requiere mucha sensibilidad, mucha voluntad política, y mucha, muchísima menos ambición.
Las imágenes de los jóvenes que salieron a las calles en este fin de semana, me hace pensar en la deuda que tenemos con ellos como mayores. En la irresponsabilidad con que nos hemos conducido generacionalmente. Somos corresponsables del deterioro que ahora vivimos, porque sin duda no hemos estado a la altura para proteger su futuro, el que ya no viviremos pero debimos haber resguardado.
La crisis ambiental que vivimos es mucho más que moda, es también más que Greta, como ella misma dice. Detener el calentamiento global y todas sus trágicas consecuencias debe ser una tarea de nuestro comportamiento cotidiano. Mejoremos nuestras formas de convivencia cívica, de conciencia ambiental y de exigencia ante los desdenes gubernamentales, ante las compañías depredadoras y frente a los intereses que han puesto en entredicho nuestra existencia planetaria.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Primer lugar nacional. 29 muertos, 2 ya confirmadas; 4,845 casos registrados y 17,210 posibles enfermos. Las dimensiones del dengue en Veracruz señalan negligencia institucional.
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