De hecho, ni cuando a mediados de septiembre los contagios se dispararon por arriba de los 5 mil la SESVER dio muestras de alarma. Relax, no pasa nada.
Como los reporteros comenzaran a preguntar por el dengue en las jurisdicciones sanitarias de sus municipios, la SESVER despachó un boletín donde manifestó que los únicos autorizados para hablar del tema eran el gobernador Cuitláhuac García y el titular de Salud Roberto Ramos Alor.
Cuitláhuac dio a conocer que la Secretaría de Salud ha atendido a dos millones de veracruzanos mediante labores informativas y de eliminación de criaderos.
Es decir, ya nomás les falta por atender a seis millones de paisanos.
Ramos Alor dijo que la epidemia del dengue no es epidemia: “Epidemia no, eso es un concepto muy complicado. En realidad sí hubo una situación de incremento por lluvias, temperaturas elevadas y demás, pero no se ha salido de las manos, estamos trabajando”.
Ah bueno.
Un par de días después compuso la plana al manifestar que si el dengue no disminuye es porque está “fuera de control humano” y anunció que se están llevando a cabo labores de fumigación en los “focos rojos”. Pero hasta ahí, nada de hablar de emergencia epidemiológica.
La bronca es que el dengue se disparó casi un 900 por ciento en los últimos tres meses. Y se ha ensañado con municipios de a tiro amolados como Chicontepec, Tempoal, Rafael Delgado y Jilotepec, sólo por citar algunos.
Debido a la desidia gubernamental, Veracruz es el único estado de la República donde se tienen los cuatro serotipos de dengue que se contabilizan en el país: Denv-1, Denv-2, Denv-3 y Denv-4, pero nadie lo sabía hasta que lo dijo la Secretaría de Salud federal.
En lo que va del año se han registrado y confirmado 6 mil 107 casos y 15 decesos, contra mil 115 de todo el año anterior, y ese dato tampoco se dio a conocer por las autoridades estatales.
El director de Epidemiología de la Secretaría de Salud federal, José Luis Alomía Cegarra, dijo que Veracruz “se encuentra en estado de emergencia por la incidencia de casos de pacientes con dengue” y urge que se realicen acciones intensivas y extraordinarias para detener los brotes.
Agregó que la emergencia no es nacional, pero sí hay emergencia en entidades como Veracruz y Jalisco, por lo que se debe incrementar la fase de control y eliminar a los mosquitos adultos infectivos que transmiten y propagan la enfermedad.
Para colmo, el dengue le pegó al Arzobispo de Xalapa Hipólito Reyes Larios que se encuentra internado en el Centro de Alta Especialidad y su estado de salud es estable. En un principio se pensó que el afectado era el alcalde Hipólito Rodríguez Herrero, pero a este cuate ni el dengue lo quiere.
El problema, el grave problema, es que a pesar de todo lo anterior Ramos Alor ni suda ni se acongoja. Él sigue en lo suyo: En Veracruz no hay emergencia epidemiológica y háganle como quieran.
Ya viene la influenza y es la hora en que la SESVER no ha tomado medidas preventivas. Por otra parte no hay vacunas contra el sarampión, tampoco quimioterapias para niños con cáncer. Y de estos asuntos ni preguntarle a secretario de Salud porque les huye.
¿Qué hacer con un funcionario que en lugar de apoyar estorba? ¿No sería mejor darle las gracias y mandarlo a su casa?
¿Eso disminuiría el dengue? No, por supuesto que no, pero mitigará el malhumor social.
En tiempos del PRI los malos funcionarios eran corridos sin el menor miramiento, hasta que Enrique Peña Nieto acabó con esa sana costumbre. Pero así le fue, tanto a él como a su partido.
Por salud política los morenos de Veracruz deberían verse en ese espejo.
bernardogup@hotmail.com
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