Es quien tuvo serios desencuentros con Javier Duarte tras el revocamiento de la sentencia de Jorge Antonio Hernández, alias “El Silva”, asesino fabricado, para dar carpetazo al asesinato de la periodista Regina Martínez.
Es quien se quiere reelegir por un periodo más de tres años, lo cual resulta inadmisible para sus opositores, cuando el ciento por ciento de los magistrados presidentes, han buscado esa opción que brinda la ley judicial y la propia Constitución veracruzana.
Pero él no puede, porque dice Miguel Angel Yunes que está de rodillas ante Cuitláhuac.
En alguna ocasión la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda hizo celebre la expresión de que “cualquier pendejo puede ser magistrado”, acaso en alusión a Edel, tal vez en referencia a los magistrados sin la suficiente carrera judicial de la época de Fidel Herrera, no se sabe bien a bien.
Sin embargo, poco se ha dicho que fue la propia Cecilia Yolanda Castañeda la que en diciembre del 2016, encabezó la propuesta ante los nueve magistrados que en pleno determinaron que Álvarez Peña fuera el Presidente del Tribunal Superior de Justicia y de la Judicatura.
Guardada proporción, en el mismo sentido se ha señalado a Adolfo Cortés Veneroso, quien por años fungió como un modesto juez municipal en Teocelo, y que de la noche a la mañana, gracias a la mano mágica de María Guadalupe Argüelles, Secretaria del Trabajo, se le nombra Magistrado del Tribunal Superior de Justicia.
Lo de Cortés Veneroso es el equivalente a un triple salto mortal al jamás registrado en la historia judicial el caso de un juez municipal que brinque a magistrado sin más mérito que estar en el lugar y en el momento oportuno.
Cortés Veneroso y su madrina son morenos… por eso hoy nadie replica.
Así es la política.
Hoy, Edel Álvarez Peña, sin haber hecho público su apetito por seguir al frente del TSJ, es objeto de una escalada de insultos y difamaciones de parte de las huestes panistas y ciertos medios afines que lo acusan de violar leyes judiciales, robarse el dinero de las ciudades judiciales y ser traidor a la causa de Yunes Linares.
El propio Yunes Linares, para fortuna de Edel, lo ha señalado de estar arrodillado al morenismo, cuando para estigmatizarlo hubiera sido mejor reclamarle su lealtad yunista para que ganara el odio del gobernador Cuitláhuac García.
En ciertos estratos de la política no se acaba de entender que cuando se es servidor público de cualquiera de los tres poderes, cuando se trabaja para la federación, para un estado o para el municipio, no hay colores ni partidos.
Simplemente se sirve y ya.
¿No ha sido así con los miles de burócratas de todos niveles y rangos que han trabajado para el alemanismo, la Fidelidad, el Duartismo, el Yunismo, mismos que ahora sirven a Cuitláhuac?
De otra suerte millares de familias –más de un millón 200 en Veracruz, viven de la burocracia- estarían destinadas a renunciar cada sexenio a sus chambas o estar sujetos a las “limpias” de las nuevas administraciones públicas que llegan al gobierno luego de derrotar al opositor partidista.
Más cuando se tiene un alto rango en la administración pública.
Los usos y costumbres en el poder público indican que el margen de permanencia de los empleados de confianza, raro entuerto legal, concluye cuando llegan las nuevas administraciones, pero no es así.
¿Cuántas demandas y miles de laudos laborales han presentado los trabajadores del gobierno que luego de 10 o 20 años son despedidos por abusivos jefes que llegan al poder?
El gobierno del estado debe más de 4 mil millones de pesos en demandas laborales que no puede resolver y han tenido que encarar por meter a sus nuevos recomendados desplazando a quienes sí saben cómo se maneja el aparato del poder.
El caso Edel Álvarez Peña.
El magistrado presidente, quien termina en diciembre su primer periodo, está en su albedrio buscar la reelección. Así lo contempla el régimen legal.
Que al gobernador en funciones no le guste porque asuma que es yunista, que a un sector del priismo no le guste que sea priista o que a Miguel Angel Yunes le disguste porque es morenista, es otro cuento, ya que aquí lo que vale es lo que piensa Edel y lo que consideren sus pares quienes en unos días más habrán de decidir si continúa o se va.
Lo demás, son escaramuzas mediáticas.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |