Julio Patiño Rodríguez fue un político de primer nivel. Oficial Mayor de la Presidencia de la República y Senador de la República, entre otros cargos, pero sobre todo un hombre sabio que basaba sus principios en el respeto a las formas. Era de los que sostenían que entre más se faltaba a las normas y a los principios, más mal le iba a la sociedad y al país.
Un día nos preguntó qué pensábamos de que los exámenes para los aspirantes a abogados de la Universidad Veracruzana se hubieran suspendido en las instalaciones del Tribunal Superior de Justicia, donde se aplicaban, y de que la toga con birrete ya no se exigiera para esas ceremonias. Opinamos que estaba bien porque eso dejaba de interrumpir el trabajo de los magistrados del Tribunal, y que se habían trasladado a las aulas de la Facultad de Derecho donde cada quien se presentaba con la vestimenta que más le acomodaba, por cuestión de economía, lo que resultaba más cómodo para los aspirantes a abogados como para los miembros del jurado.
¡Pa’la madre, para qué hicimos tan frívolo comentario! Don Julio, muy molesto, comentó: en este país entre más se falte a las instituciones y a las formas, más pronto nos vamos a hundir. Entienda, nos recomendó, que hay símbolos que se deben fortalecer por el bien de la nación, no es lo mismo un nuevo abogado que fue cuestionado con seriedad en las hipótesis que planteó en su tesis de licenciatura, por maestros que muchas veces son Magistrados, a un mamarracho que llega a un salón de su escuela, desenfunda la pistola para ponerla en la paleta de la silla que le asignen en desplante intimidatorio para responder a los sinodales, y éstos con temor le medio preguntan con tal de salir del compromiso. Esos detalles hay que rescatarlos y cuidarlos, cada quien debe actuar con la solemnidad de su encargo y parecer lo que se es.
Antenoche recibí las fotos del gobernador Cuitláhuac García Jiménez y de su secretario de Gobierno, Eric Pomponio Cisneros Burgos, donde los están maquillando y otras donde ya andan caminando con su disfraz de calaveras por la calle de Enríquez, y juro que sentí la misma indignación que experimentó nuestro amigo y gran periodista, no porque nos espante lo que nos mandaron, como lo aclara Reyes Isidoro, quien es, desde mi punto de vista, el periodista que más cercanía ha tenido con los últimos seis gobernadores, al menos hasta Fidel Herrera, trabajando, fajándose como los buenos, siendo el motor que movió acertadamente por sexenios la maquinaria de la comunicación gubernamental, con seriedad, profesionalismo y gran maestría. ¿Qué cosas habrá visto el periodista a lo largo de su productiva trayectoria?, muchas que por ética profesional no dice.
Y, bueno, a lo mejor el gobernador Cuitláhuac García y su Secretario son de la misma idea del presidente Andrés Manuel López Obrador, su maestro y hacedor, que piensa que las instituciones se deben mandar al diablo, por eso es que en Veracruz la investidura se debe pisotear para que se note que hay un cambio: el de los conservadores de antes que pensaban como don Jesús Reyes Heroles de que el cuidado de las formas es el fondo, a el de que las formas nos deben valer poco menos que nada.
Está bien, opinó ayer un joven periodista, el góber debe mostrarse como todos en los festejos y en todas partes, él es un veracruzano más que fue electo por abrumadora mayoría para que se convirtiera en gobernador, no hay más diferencia.
Lo que no entienden estos muchachos es que la investidura gubernamental representa la institución del poder Ejecutivo del Estado, y que por lo tanto debe guardar la sobriedad del caso y tomarlo con la responsabilidad del caso. No imaginamos, por ejemplo, a un Miguel Ángel Yunes Linares vestido de catrina bailándose una salsa en plena Plaza Lerdo al lado de Rogelio Franco Castán con un disfraz de muertito, que ni lo necesita.
En fin, que ese tipo de espectáculos grotescos y de muy mal gusto no se deben repetir, y si forman parte de lo que debe ser la 4T, van muy mal. Los veracruzanos queremos ver en nuestra primera autoridad, en quien debe ser el líder, a un personaje adusto, serio, siempre impecablemente vestido para que no le falte al respeto a sus gobernados, y conviviendo, si las circunstancias son favorables, que no existan los niveles tan alarmante de inseguridad en que vivimos, con todos sin necesidad de disfraces, esos son para quienes no tenemos una responsabilidad como la de ser gobernador de un estado, o de ser el líder de los veracruzanos.
Gracias Arturo Reyes por tan espléndida Prosa Aprisa de todos los días.
México, un estado fallido: Sedena
Hace unos días publicamos en estos APUNTES el siguiente comentario:
Los incidentes de Culiacán, durante los cuales nuestras fuerzas armadas volvieron a hacer el ridículo por el protagonismo y la inexperiencia del director de la Guardia Nacional, Alfonso Durazo Montaño, han provocado que los altos mandos de nuestro glorioso Ejército Nacional y la Marina, alimenten un sentimiento de inconformidad que por lo que vemos tendrá como fin la renuncia de Alfonso Durazo Montaño a la dirección de la Guardia Nacional, para que su lugar lo ocupe un militar en retiro con experiencia y respeto frente a la tropa
La semana anterior tuvieron un desayuno los altos mandos castrenses y, entre los oradores, participó el General Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, exsubsecretario de la Sedena, quien ante el Secretario de la Defensa Nacional, general Luis Crescencio Sandoval Martínez, dijo:
“Nos preocupa el México de hoy. Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados. Pero es imposible olvidar las experiencias del pasado, porque en los eventos donde existió la unidad nacional, el país pudo ver sus aspiraciones satisfechas y se construyeron los objetivos nacionales. En aquellos eventos donde dicho valor estuvo ausente, se perdieron territorio y soberanía, el pueblo resultó lastimado, la economía entró en crisis, y el país tuvo que emprender su recuperación, casi desde cero.
“Actualmente vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran resentimiento. Hoy tenemos un gobierno que representa aproximadamente a 30 millones de mexicanos, cuya esperanza es el cambio. Un cambio que les permita subsanar lo que ellos consideran un déficit del Estado para dicho sector poblacional. Respetando el pacto social, así llamado por el francés Juan Jacobo Rousseau, y respetando nuestra propia normatividad vigente, no podemos soslayar que el hoy titular del ejecutivo ha sido empoderado, sin embargo, es también una verdad inocultable que los frágiles mecanismos de contrapeso existentes han permitido un fortalecimiento del ejecutivo, que viene propiciando decisiones estratégicas que no han convencido a todos, para decirlo con suavidad.
“Ello nos inquieta, nos ofende eventualmente, pero sobre todo nos preocupa, toda vez que cada uno de los aquí presentes, fuimos formados con valores axiológicos sólidos, que chocan con las formas con que hoy se conduce al país. Aquí no estamos soslayando la situación real. Pero estoy convencido que es mi deber, irrenunciable, mantener invariables los principios de honor, valor y lealtad para con el pueblo de México, sí, para con el pueblo de México. Lo refiero porque más de uno quisiéramos soluciones mágicas, o peor, drásticas, ante un entorno histórico que lo que requiere a gritos es pacificar, educar y mantener sano a México. Tarea verdaderamente difícil, titánica si me lo permiten. En medio de todo esto, se encuentran los soldados, que siguen ofrendando incluso el sacrificio máximo por México. Por ello reconozco que el alto mando sostiene hoy sobre sus espaldas la muy alta responsabilidad de mantener cohesionado al país, de coadyuvar a su pacificación a la brevedad posible, de hacerlo todo con el menor costo social y la mayor eficacia. ¿Quién aquí cree que ello es fácil?, ¿quién aquí duda de que se está realizando, desde el ejército y la fuerza aérea, el mejor esfuerzo?, ¿quién aquí ignora que el alto mando enfrenta, desde lo institucional, a un grupo de “halcones” que podrían llevar a México al caos y a un verdadero estado fallido?
“He hablado cuidando mis palabras. A pesar de los avatares mencionados, he tratado de mantenerme dentro de la disciplina a la que estoy obligado, y reitero mi lealtad irrenunciable a México. Para terminar, reconozco que no soy quién para hacerlo. Ya que están presentes también mis comandantes, mis maestros y mis antiguos. Pero solicito a todos los presentes el respaldo y la solidaridad para mi general secretario, Luis Crescencio Sandoval, y desde luego pongo a su entera disposición mis conocimientos, por pocos que sean, y mi experiencia acumulada durante 50 años de servicio, para lo que a bien tenga determinar.”
Tras los sucesos de Culiacán este documento toma una importancia especial, dado el grado de inconformidad que muestran los mandos castrenses con el gobierno de AMLO.
REFLEXIÓN
Ahora resulta que fue el Coronel de Caballería del EMP, Juan José Verde Morales, el responsable del operativo fallido de Culiacán. A él lo acusan de haber instrumentado el operativo para detención de Ovidio, de estar al frente del mismo, y tras enterarse que su familia estaba en manos de los sicarios del cartel de los hermanos Guzmán, listos para ser ejecutados, ordenó liberar a Ovidio para salvar a los suyos. ¿Qué más nos falta por ver? Escríbanos a mrossete@yahoo.com.mx formatosiete@gmail.comwww.formato7.com/columnistas |