Javier Sicilia me dijo que si AMLO no se abría a cambiar su estrategia acabaría por “pagar la responsabilidad del horror”, mientras que Alex LeBarón me sostuvo, (desde que ocurrió la tragedia con su familia), que se había tratado de un acto terrorista, producto de las condiciones que imperan en el país. Y sí, el sacerdote Alejandro Solalinde me aseguró que criticar a AMLO era como arremeter contra Jesucristo, “pues él dijo que amáramos a nuestros enemigos y nunca aplicáramos el ojo por ojo”.
Lo cierto es que hay alguien que observa con mirada provechosa el manejo que López Obrador hace de su política de seguridad: Donald Trump. Me dicen fuentes latinas cercanas a la cúpula en la Casa Blanca, que el magnate “está feliz porque lo que ocurre en México le da carne de acción para buscar reelegirse”.
En este momento Trump es más candidato que Presidente, y siendo un personaje acostumbrado a generar “incendios” mediáticos o tuiteros, (a través de arrebatos o pensamientos perfectamente premeditados), el magnate quiere a México, el magnate ama a AMLO.
Marcelo Ebrard (o cualquier enviado de la Presidencia) siempre será bien recibido por la gente de Trump. En todos los arrebatos o molestias del demócrata, después de un quizá prolongado “estira y afloja”, llegarán a acuerdos y “fumarán la pipa de la paz”, siempre con ventajas para EU, y “eso le fascina al mandatario del norte”.
A Trump le encanta AMLO porque lo que ocurre en el país le permite, (y permitirá), crecer durante su campaña. Por esa y otras tantas claras razones, Trump loves AMLO more than Peña Nieto.
Colofón
Me sorprende que el Presidente no considere las masacres en Minatitlán o Coatzacoalcos como momentos críticos durante su primer año de gobierno.
En la primera mataron a 12 y un menor de edad; significó el arranque del primer destacamento de la Guardia Nacional.
En la segunda, acabaron con más de 30 personas.
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