La oposición ha dejado de pelear por el poder y ahora pelea por los reflectores de los medios. Considera que una vez que sus militantes hayan tomado por asalto los medios, estarán abriendo los puentes necesarios para reorganizarse. Sucede que los argumentos con los que buscan aparecer en los medios no satisfacen las mínimas necesidades de la información que quiere tener la población, de ahí que sea necesario que contengan sus protestas razones de peso y datos precisos. Esta es la realidad de una oposición que se pasó más de un año tratando de desgastar al gobierno actual asegurando que el punto débil de la Cuarta Transformación era la economía. Para ellos el poco crecimiento era sinónimo de recesión y desde los tiempos de campaña anunciaban una fuerte devaluación. Insistieron en que la economía era el talón de Aquiles de la Cuarta Transformación. No había columnista de la vieja trinchera que no anunciara la debacle de la economía mexicana. Los pronósticos que realizaban en los medios eran como para provocar un suicidio colectivo; sin embargo, la economía no está en crisis a pesar del poco crecimiento. Para dejar en claro el hecho de que hay confianza económica en México, dos potencias mundiales aprobaron el Tratado de Libre Comercio con nuestro país. Primero aprobó el Congreso más reacio a este tipo de acuerdos, el de Estados Unidos. Su votación fue muy clara: 89 votos a favor, 10 en contra. Prácticamente unánime a pesar de los malos augurios de los nostálgicos del pasado. En una semana, el 27 de enero, el parlamento canadiense aprobará el Tratado de Libre Comercio, con lo que se consolida la confianza hacia México de parte de ese país y de Estados Unidos, y echa abajo los argumentos que mantuvo artificialmente desde hace mucho tiempo la oposición. Hubo pronósticos de la disidencia que rayaban en el absurdo, que se desvanecen con la firma de este tratado. De ahí que al mismo tiempo que se celebre la confianza de inversionistas extranjeros debe conmemorarse la total falta de credibilidad de la menguada disidencia, incluyendo a los partidos políticos derrotados en las urnas. Lo mismo sucede en el caso de la salud, una vez que se desactivó el Seguro Popular -un servicio selectivo, caro e insuficiente-, se les cae el negocio a militantes de diferentes partidos, quienes estaban lucrando con la salud de los mexicanos. Inmediatamente que se desmanteló el gran negocio de la salud, las protestas de los panistas se multiplicaron a grado tal que les nació repentinamente una vocación de médicos que denota no sólo oportunismo sino improvisación, pero, sobre todo, mala fe. Ahora los gobernadores panistas, aseguran que tienen un mejor proyecto para darles salud de calidad a todos los mexicanos, por ello afirman que un sistema gratuito de calidad deberá contar con recursos humanos suficientes, profesionales y empáticos, tener todas las medicinas todo el tiempo, asegurar la infraestructura y equipamiento necesarios, y garantizar el presupuesto necesario para la atención. En este sentido, proponen que se establezca una mesa técnica con representantes de las entidades y la Federación a fin de trazar modelos de servicios gratuitos con calidad, doctores, medicinas y equipo suficientes. Además, demandaron firmar un convenio de colaboración con el gobierno federal, que supla a los acuerdos de adhesión y coordinación que se han puesto a consideración de dichos gobernadores. Es decir que los gobernadores de Aguascalientes, Martín Orozco; de Baja California Sur, Carlos Mendoza; de Chihuahua, Javier Corral; de Durango, José Rosas; de Guanajuato, Diego Sinhue; de Querétaro, Francisco Domínguez; de Quintana Roo, Carlos González; de Yucatán, Mauricio Vila; y de Tamaulipas, Francisco Cabeza de Vaca; ahora deben aprobar un proyecto realizado por especialistas, cuando estamos hablando de entidades inseguras, violentas, corruptas, sin infraestructura sanitaria, etc. La desesperación de los miembros de la oposición por espacios en los medios los muestra como seres extraídos de una realidad que ya no existe. En el caso de la salud el delito es muy grave y muy grande. Los negocios sucios que realizaban los funcionarios públicos con los laboratorios transnacionales farmacéuticos fueron muchos y estaban basados en el encarecimiento de los medicamentos y los servicios de salud, que dejaron afuera a millones de mexicanos vulnerables, que perdieron hasta la vida por falta de oportunidades de salud. De esta situación están enterados todos estos gobernadores, y en algunos casos son cómplices. Ahora que se ven rebasados por el proyecto del Instituto de Salud para el Bienestar quieren reflectores para desgastar al gobierno federal, pero lo único que logran es desgastarse a sí mismos y hundir más en la mediocridad a su partido político. PEGA Y CORRE. – Ahora hasta el gobernador de Oaxaca, el priista Alejandro Murat, habló sobre los defectos del Seguro Popular, a pesar de que un presidente de su partido lo mantuvo como una opción para alcanzar la salud de los mexicanos. Aseguró que quienes defendían ese programa de salud querían que el pueblo de México “aceptara lo menos peor” … Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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