Ahora, Morena en el Senado busca retirar los colores patrios al emblema del PRI, para lo cual, a través de Soledad Luévano, presentó una iniciativa de ley para que ningún partido, asociación u organización política usen el escudo nacional o la combinación de colores de la bandera nacional en sus emblemas o logotipos.
La reforma al artículo 54 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales establece que aun cuando el verde, blanco y rojo se utilicen en un orden distinto o en tono ligeramente distinto al del lábaro patrio, tampoco podrán utilizarse ya que éstos representan a todos los mexicanos sin importar sus ideologías políticas.
La discusión tiene muchos años, más de medio siglo, cuando desde el PAN, cuando era también un partido fuerte y con fuerza política, tenía en sus filas patriotas que pugnaban porque el PRI abandonara los colores que le pertenecen a todos los mexicanos.
Los colores de nuestra bandera nacional representan a todos los mexicanos, mientras que las organizaciones, asociaciones o partidos políticos representan a una parte de los ciudadanos del país. Los colores y emblemas patrios, además de representar a la nación, se utilizan para integrar la imagen institucional de los poderes del Estado mexicano, por lo cual, utilizar dichos colores para representar una opción política genera confusión, pues aunque los partidos políticos están legalmente reconocidos y reciben financiamiento público, no son integrantes de ningún poder de la nación, estos fueron los argumentos de la legisladora zacatecana.
El PRI adoptó, desde su fundación, los colores del lábaro patrio, y desde entonces no ha habido poder humano que les haga modificar su logo.
El PRD, en sus inicios, también intentó incorporar los colores de la bandera a su logo, pero eran los tiempos del todopoderoso PRI, los militantes del monopolio y la usurpación no se lo permitieron.
Pero este intento tiene una larga historia que inicia casi desde que los líderes del PRI se constituyeron como propietarios de la propia Revolución Mexicana.
El 13 de septiembre de 1994, Rosario Ibarra de Piedra, entonces presidenta de la Convención Nacional democrática, anunció que realizaría un plebiscito el 24 de febrero de 1995 para que los mexicanos decidieran si los colores oficiales debían seguir en manos del PRI.
Dijo que es injusto que un partido tenga en su emblema los colores nacionales. La bandera es el símbolo de todos los mexicanos, y no debería pertenecer a ningún partido político.
En los 90´s también hubo un intento, por parte de los otros partidos, de obligar al PRI a renunciar a los colores de la bandera nacional, pero el tricolor aún seguía siendo un partido hegemónico, y el Tribunal encargado de dictaminar lógicamente resolvió a favor del entonces todopoderoso.
En ningún otro país sucede esto, no hay partido alguno en el planeta que tenga los colores de su bandera, a menos que se trate de un partido fundamentalista y de democracia incipiente, que son las características del actual PRI.
En ningún momento el entonces IFE ya hora el INE cuestionaron esta situación que es su obligación, porque entre sus figuras jurídicas que le dan vida, la igualdad de circunstancias entre los partidos políticos; sin embargo, siempre fueron dominados sus consejeros electorales por los líderes del PRI, de tal manera que de haber alguna sanción por este delito electoral también debería castigarse al INE y a sus consejeros electorales que nunca se pronunciaron por esta anomalía que da ventaja al PRI sobre otros partidos políticos.
La petición de los senadores de Morena debe extender un apartado no sólo para arrebatarle los colores oficiales al PRI sino para descalificar las actividades del IFE y luego del INE, que no pudieron llevar a cabo la equidad entre la competencia electoral.
En 2018, los senadores Ana Gabriela Guevara y Félix Salgado Macedonio se pronunciaron por quitarle los colores oficiales al PRI, los mostraron como un delito electoral, como un abuso y como una injusticia. En realidad, se trata de un delito que debe castigarse, y desde luego a sus cómplices en la autoridad electoral.
Desde luego que este tipo de medidas redundará en la desaparición del PRI que apenas puede con sus deudas y prácticamente sin presencia en el país. El liderazgo que se pensó se fortalecería con el remedo de líder que ahora tiene, llamado Alito, simplemente no existe.
La mercadotécnica del PRI siempre tuvo una ventaja sobre el resto de los partidos políticos, tuvo que existir un candidato que recorriera personalmente todos los rincones del país, para desenmascarar al PRI y mostrarles que ese partido no era la patria, ni el representante eterno del gobierno.
Por décadas, los mexicanos de los rincones más alejados de las zonas urbanas identificaban al PRI con la bandera, con el país, con la historia. Es tiempo de desenmascarar a ese partido, lo mismo que a una autoridad electoral que siempre estuvo al servicio de los priistas.
Desde luego que después de la gran derrota que sufrió el PRI el pasado 1 de julio del año pasado, un cambio de color representará una larga racha de derrotas, de las que muy probablemente no se recupere. PEGA Y CORRE. - Ahora el gobernador de Veracruz, tomó sus precauciones para mantener vigilados a todos sus tentáculos dentro del poder estatal, y colocó a su hombre de confianza y gran amigo, el aprendiz de dictador, Esteban Ramírez Zepeta, de quien se decía era el poder tras el trono. Ahora Cuitláhuac le colocó una cuña a su propio secretario de gobierno, Eric Cisneros, porque seguramente le perdió la confianza ante el constate embate de los medios y la permanente crítica de la población, dentro y fuera del territorio veracruzano…. Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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