Es una infamia gastar tanto dinero en campañas políticas mientras infinidad de infantes casi mueren de hambre no sólo en Xalapa sino en los restantes municipios veracruzanos.
Hace 15 años conversé en la hoy Ciudad de México con un prominente político veracruzano y me dijo con desparpajo y asombrosa naturalidad:
--Quien quiera ser presidente municipal de Xalapa debe disponer de unos 30 millones de pesos para la campaña.
Me quedé perplejo. O sea, tomando en cuenta este cálculo, en la actualidad estaríamos hablando de 50 milloncitos o más. El candidato necesitaría percibir ingresos durante todo el período más o menos equivalentes al doble de esta cantidad para recuperar lo gastado y obtener dividendos.
Es insultante e inmoral semejante despilfarro. Y como de acuerdo al sapo es la pedrada, escenario similar ocurriría en los municipios medianos y pequeños.
Por ello lo saludable sería reducir los topes de campaña, vigilar su estricto cumplimiento y utilizar lo ahorrado en beneficio de las familias más pobres.
¿Qué candidatos y partidos dicen: “Yo le entro”? Creo que ninguno. No les conviene. Al pueblo sí.
Hoy compran votos de manera directa y descarada o lo condicionan con la entrega de despensas y programas sociales. Conciben la política como el negocio más productivo del mundo. Lo invertido esperan recuperarlo con creces.
Pongamos a prueba a los aspirantes de todos los partidos, exijámosles gastar menos en campaña y que los recursos ahorrados los usen en obras sugeridas por los ciudadanos.
Propongo los desayunos y becas escolares en primera instancia. O podría ser para otro tipo de obras y acciones de beneficio social.
Que se comprometan y firmen ante notario y si no cumplen, ejerzamos la revocación de mandato.
Los votantes tienen la palabra. ¿Qué candidatos aceptan?
|