Por ello es que llama enormemente la atención y por supuesto que preocupa el hecho de que el gobierno mexicano se dedique a desestimar la gravedad del tema, máxime cuando ya hay siete casos confirmados –o mejor cabría decir, reconocidos- de infección por coronavirus. En cambio, simplemente afirma que “está preparado” para hacerle frente a esta pandemia sin tomar, en los hechos, ninguna medida preventiva ni de alerta a la población.
Por el contrario, desde las dependencias gubernamentales se difunden libelos y “memes” en los que se “acusa” a los medios de comunicación de caer en el “amarillismo” y de intentar “sembrar” pánico entre la población al informar sobre la expansión de la epidemia. Como si fuera culpa del propio gobierno la trasmisión del Covid-19 y quisiera, como es su costumbre, esquivarla.
Pero con lo que sin duda sí tendría que cargar el régimen de la autodenominada “cuarta transformación” es con las consecuencias de una enfermedad que podría alcanzar una alta letalidad por no tomar decisiones correctas y a tiempo para controlar el número de contagios.
Porque no hay que perder de vista que, de acuerdo con la información oficial, junto con los siete casos confirmados de Covid-19 en México hay otros 37 en calidad de “sospechosos”. Si estas cifras las contextualizamos dentro de una administración gubernamental que se distingue por su propensión a la opacidad y al ocultamiento de datos, la realidad podría ser muchísimo más grave de como nos la están pintando.
No es un asunto menor. En los demás países donde el virus tiene presencia, además de las consecuencias sanitarias, se padecen ya graves efectos para la economía ante la cancelación de todo tipo de actividades. Para México, que depende en gran medida del sector servicios para su sostenimiento, algo así sería demoledor. Y ni qué decir en términos de salud.
El criminal desmantelamiento del sistema de salud en México llevado a la práctica por los diferentes gobiernos de la “4T” podría tener efectos inenarrables si la pandemia llegase a extenderse a niveles generalizados. Sin medicinas suficientes, sin recursos ni personal para una atención adecuada y, sobre todo, sin voluntad para atender lo urgente por consideraciones y cálculos políticos, el panorama podría tornarse dantesco. No sería la primera vez.
Si cree que exageramos, basta echar una mirada a las 191 muertes por el brote de dengue –enfermedad que estaba controlada- registradas en México en 2019 y que este año ya cobró una vida y presenta mil 657 casos confirmados en todo el país. Con Veracruz a la cabeza con 443, para no variar.
Especular con la salud de las personas es un acto criminal. Y mortal.
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