La rebelión de gobernadores producto de la indiferencia del presidente López Obrador ante la crisis económica desencadenada por una pandemia, evidencia la falta de congruencia del político tabasqueño.
Ese mismo que en años recientes previo a ser jefe de las Instituciones del Estado Mexicano señalaba los errores de sus antecesores en situaciones más o menos similares –guardando la debida proporción- confirman que el político mexicano no actúa jamás de manera congruente.
El político como tal aprovecha la situación para buscar sacar ventaja de la crisis y llevar puntos a su favor, solo que, en este nuevo escenario global, algunos actúan con la lógica que demanda la circunstancia y otros simplemente contemplan otro mundo.
Un ejemplo claro es la manera en que el presidente y su equipo han encarado la crisis económica, misma que señalan ya analistas es la más pobre de las actuaciones de todos los gobiernos de América Latina.
El bono electoral ganado tras su ascenso al poder, simplemente se desvanece, ante el reclamo sentido de empresarios de todos los niveles, aunado al llamado de los gobiernos estatales que en otro momento o circunstancia encontraban respaldo del presidente de México.
Hoy no es así, el presidente emplea una visión totalmente opuesta a la realidad, su objetivo está centrado en consumar los proyectos que su tan cacareada 4T se trazó –Santa Lucia, Dos Bocas, Tren Maya- son y serán los proyectos que habrán de tener prioridad.
Mientras el llamado las acusaciones de maltrato y abuso por parte de la Federación, de los gobernadores de Jalisco, el emecista Enrique Alfaro; de Coahuila, el priista Miguel Riquelme; de Tamaulipas, el panista Francisco García Cabeza de Vaca; y el independiente, Jaime Rodríguez, de Nuevo León, advirtiendo que las entidades que más producen reciben menos aportaciones, es literalmente desatendida.
Lo cierto es que la semilla del separatismo se sembró ahora habremos de esperar si se gestará o no, si procederán o no, mientras el jefe de las instituciones habrá de acusarles de todo.
Ahora bien, a nivel estatal parece que algo similar se comenzará a gestar en próximas semanas, la intentona por demás absurda de mantener diferencias en medio de la crisis nos habla de que tan congruentes son nuestros políticos.
Así pues, el diferendo entre Fernando Yunes Márquez, alcalde de Veracruz y el Gobierno Estatal, al que ya se trepo el presidente de la Jucopo, Juan Javier Gómez Cazarín al exigir precisamente eso, congruencia.
Mientras unos piden apoyo institucional, otros reprochan el actuar en lo municipal, sin percatarse que la gente los observa, los califica, y mantiene en reserva su decisión que habrá de cobrar en las urnas en el próximo proceso electoral.
Sextante.
En medio de la crisis económica y sanitaria, pocos han reparado por atender a los segmentos poblacionales que más lo requieren, esos que viven al día y que si no trabajan simplemente no subsisten.
Por eso resulta muy interesante el llamado que a través de un desplegado ha realizado el Movimiento Antorchista en el que urge a la ejecución de un programa nacional de distribución de alimentos a la población sin ingresos fijos.
Es precisamente a la clase más necesitada a la que se debe voltear, sin menos cabo de ayudar, porque por desgracia la política asistencialista del Gobierno Federal, lo único que pretende es garantizar la operatividad de programas de orden político-electoral que le garanticen su permanencia en el poder.
Y eso si es actuar con mezquindad.
Al tiempo.
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