Todo listo para proceder en contra de los involucrados
En la conferencia mañanera de este martes, el presidente López Obrador anunció que el nuevo administrador de Aduanas será Horacio Duarte, quien estaba al frente de uno de los programas insignia del gobierno federal Jóvenes Construyendo el Futuro.
A Horacio Duarte -esperemos que no tenga nada que ver con el Duarte veracruzano- le corresponderá enfrentarse al llamado monstruo de las mil cabezas de la corrupción, que impera en los puertos, fronteras y aeropuertos de nuestro país.
Para tener una idea de lo que se tiene que enfrentar el nuevo administrador de Aduanas, hay que recordar que de acuerdo con Ricardo Ahued, la evasión fiscal de los buques petroleros que desembarcaban -nada más por el puerto de Tuxpan, asciende a 1,900 millones de pesos tan solo del 12 de septiembre de 2019 a la fecha.
Luego de presentar su renuncia Ricardo Ahued reveló que desde hace seis meses, se coordinan con la Secretaría de Marina (SEMAR) para la revisión de cada embarcación, en el puerto de Tuxpan, de los documentos y constatar que los registros coincidan con el volumen de los hidrocarburos y los contenidos.
Sentenció que "desde 2019 se hicieron las denuncias y el proceso va hasta este momento y ya tienen los elementos para que se proceda por omisión, corrupción, a las personas que permitieron esto"
De acuerdo con los datos que nos hacen llegar nuestros queridos amigos en el puerto de los Bellos Atardeces, todo comenzó a finales de febrero, cuando la SEMAR, que conduce el almirante Rafael Ojeda Durán, tomó la batuta en las costas y puertos mexicanos para prevenir el contagio de COVID-19, a través de la Unidad de Capitanías de Puerto y Asuntos Marítimos (UNICAPAM), jefaturada por el vicealmirante Gerardo de Jesús Toledo Guzmán.
El día 25 de marzo se formalizó, cuando inició la Fase 2 de la pandemia en el país, y se anunció la transferencia de 500 millones de pesos a SEMAR para acciones para el combate a la epidemia. Al arranque de abril, la Armada de México ya alistaba su Plan Marina, en su fase de Auxilio, con el cual implementaría un Sistema de Comando de Incidentes (SCI), utilizado para la administración de emergencias en salud.
Y es que, según se comenta con cierta sorna entre algunos lobos de mar, los “anticuerpos” de la SCT, que dirige Javier Jiménez Espriú, pues no sólo no combatieron para retener el control en sus áreas usuales, sino que ¡salieron huyendo!
Resulta que el señor Francisco Javier Fernández Perroni, titular de la Dirección de Marina Mercante de SCT, más tardó en enterarse de que ya venía la Fase 2 de la pandemia, que en salir de la oficina para correr a encerrarse a piedra y lodo en su domicilio, bajo declaración de cuarentena preventiva y, según nos dicen, nadie ha conseguido sacarlo de ahí. Eso sí, los depósitos de su quincena no han fallado.
Aunque no ha sido poca la molestia en la oficina principal del edificio de la SCT en la avenida Xola, Jiménez Espriú no tiene demasiados argumentos para defender a su colaborador ausente. De hecho, según se dice con toda energía en el puente de mando, esas actitudes y vacíos justifican más la transferencia de los asuntos de la Marina Mercante a la SEMAR, como se le propuso a esta dependencia a fines de 2019, una iniciativa que por la irrupción del COVID-19 se quedó en stand by, como tantos otros cambios.
Algo se concretó de facto, es el control de la Armada ya maneja las capitanías, es decir, se encarga del proceso de marina mercante: la inspección de los buques y de las instalaciones portuarias.
El hecho es que la SCT sigue perdiendo margen de maniobra. Ante esas condiciones, luce cada vez más inviable el proyecto de “carreteras marítimas”, consistente en la implementación de rutas en las que camiones de carga sean transportados por barcos, que impulsó el coordinador general de Puertos y Marina Mercante (CGPMM) de SCT, Héctor López Gutiérrez.
Sobre todo porque en la Administración General de Aduanas que encabeza ahora Horacio Duarte, no están seguros de que vayan a liberar los otros muelles de Veracruz y Coatzacoalcos, para hacer cabotaje sin que pasen las mercancías sin revisión, aunque se trate de tráfico en rutas que enlacen puertos nacionales (Progreso-Yucatán-Veracruz).
Y es que aun cuando las famosas “carreteras marítimas” se realicen en aguas nacionales, no se descarta que los barcos puedan ser utilizados para actividades ilícitas, como el transporte de drogas o productos de comercio exterior, sin pasar por aduanas.
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