Mientras escuchaba el decálogo de inmediato vino a mi mente aquella ocasión en que, sonriente y optimista, en una conferencia “mañanera”, AMLO sugirió usar amuletos o estampitas de santos para hacer frente al coronavirus; manejó que servían como “escudo proyector” ante la pandemia y otros males que aquejan al país.
"El escudo protector es la honestidad. Eso es lo que protege, el no permitir la corrupción", dijo en su conferencia matutina mientras mostraba dos escapularios con la oración: “detente enemigo, el corazón de Jesús está conmigo".
Por eso el decálogo del Presidente no sorprende; muestra coherencia con lo que en otras ocasiones ha sostenido como alternativa para combatir al Covid19, aunque sus recomendaciones sean bastante más espirituales que médicas.
Sin embargo, (y aunado a la invitación que AMLO hizo a la población de “vencer su miedo a salir a la calle”), la OMS pidió a los mandatarios de América, (entre ellos al de México), que no fueran contradictorios ni divagaran en sus comunicaciones, sino que “lanzaran” mensajes coherentes. La presentación del decálogo indica que el Presidente no sintió que esa “pedrada” fuera para él, o de plano, decidió ignorarla. ¿Qué habrá sido?
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