Tanta violación al mandato jurídico y norma política para favorecer a quienes se la habían rifado con Morena, aunque solo hubiera sido de palabra o por dichos de terceras personas como fue el caso de Sofía, quien, como dice la canción, “yo soy amigo del hermano de un señor que no vino a la fiesta”, una total desconocida coronada con la máxima representación del Poder Judicial.
Tanto desmadre para que a la primera pataleta mandara todo al carajo.
Tras coronar a Sofía con tan singular togado no sin antes decirle que el Poder Judicial es autónomo, se le dejó gobernar unos días.
Con su reinado de amigos inició, a su mal entender la impartición de la justicia siempre rodeada de sus cuates y amigos sentimentales y, por supuesto de su Benjamín, su niño consentido, su hijito del alma… y la amante del hijito.
La reina Sofía empieza a hacer y deshacer; a renovar cuadros y apartar a los de su propia estirpe.
A los magistrados que votaron por ella, termina por tenderle la cama despojándolos de sus correspondientes magistraturas y difamándolos como al magistrado Antonio Lezama Moo a quien no corre por viejo, sino por sus presuntas ligas con el crimen organizado, con los Zetas, según publicidad negra en su contra.
Cierto o no, es una canallada.
Sin embargo un buen día el sueño de la reina Sofía termina para dar paso a una cruda realidad, el imperio Sofía Primera se fractura por decisiones mal tomadas.
No acata instrucciones superiores. No deja libres las plazas que le interesan al patrón y no permite que se disponga del recurso millonario que guarda el Consejo de la Judicatura, mismo que habría de destinarse al proceso electoral del año próximo.
¡Arde París!
Montado en su típica cólera de reyecito caprichudo, Cuitláhuac García ordena a sus escuderos Eric Cisneros y al diputado iletrado Juan Javier Gómez Cazarín, desmantelar a la Reina Sofía y más que apartarla –quesque porque es una ilegalidad- le quitan el poder para que reine, pero no gobierne.
En una acción violenta, las huestes de Cuitláhuac asaltan al Consejo de la Judicatura, remueven al personal de mando de Sofía y toman posesión de las arcas.
En una segunda operación exterminio, desde el Congreso del estado lanzan un petardo para modificar la Ley Orgánica del Poder Judicial para despojarla del poder de mando y que en lo sucesivo sean tres magistrados en ausencia de la magistrada presidente, quienes decidan el destino del Tribunal Superior de Justicia.
Y como cereza del pastel le imponen a la Reina madre, seis magistrados que sustituyan a otros tantos que por cumplir 70 años y por no permitirles alargar su permanencia por cinco años más a quienes cumplieron 10 años al frente de esa representación , tal como le permite la ley, sean expulsados.
El cuento se termina con una propuesta de seis que envía el ejecutivo al Congreso para su aprobación en donde brillan ejemplares como Ailett García Cayetano, hermana de la diputada federal de Morena Dorenhy García, y esposa de Helio Hernández, secretario de Obras Públicas.
Aliett es comadre de Cuitláhuac García, toda una perla.
Cuitláhuac también le apuesta por una vieja compañera de escuela, de la UV, María Lilia Viveros, con cero experiencia en el ramo judicial; por Itzel Castro, quien trabaja como empleada menor en Conciliación y Arbitraje; por Alma Rosa Flores, quien se desempeña en los juzgados microregionales desde el pasado fin de año, y por Aurelia Jiménez, jueza de Poza Rica quien hace unos días dictó prisión preventiva a los empresarios que denunciaron a la corrupta Ana Gabriela Guevara.
Pura media cuchara a quienes bastó arrodillarse a Morena para recibir tamaño regalo de un voluntarioso reyecito.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |