Y es que a más de dos años de aquellas elecciones, los partidos de la llamada “oposición” no representan en absoluto una verdadera alternativa a un régimen que en otras condiciones y por sus evidentes carencias políticas y prácticas, tendrían contra las cuerdas.
Por el contrario, la “oposición” –que cuando le conviene se vuelve muy “leal” con los intereses de la autodenominada “cuarta transformación”- navega a la deriva, sin timonel, sin una figura que represente la necesaria irrupción de un liderazgo renovado entre esa porción de la población que está en desacuerdo con la manera como se conduce el destino del país, que no es lo pequeña que la propaganda oficial quiere hacerla ver y que no se reduce a un bando del espectro político-ideológico ni a un solo estrato socio-económico.
Mientras el PAN se regodea en la intrascendencia y la grisura, el PRI juega a que “negocia” con Morena -aunque en realidad solo sobrevive a cambio de que no le pisen tan duro su larga “cola”- mientras cada vez más militantes tricolores “tiran la toalla” y buscan acomodo en la “4t”. El PRD es un muerto viviente y Movimiento Ciudadano recibe respiración artificial desde el estado de Jalisco, donde su gobernador Enrique Alfaro le bajó “dos rayitas” a su confrontación con el presidente López Obrador, sabedor de que llevaba las de perder. El resto, son rémoras que “chupan” la sangre del lopezobradorismo gobernante.
Este lunes, el periódico Reforma –quizás el más fuerte opositor al régimen lopezobradorista- presentó una encuesta telefónica en la que, de acuerdo con sus resultados, el ex candidato presidencial del PAN Ricardo Anaya es quien aparece como el personaje que podría significar un “contrapeso” frente a Andrés Manuel López Obrador.
Si eso es lo mejor que tiene la oposición, alguien que ni siquiera se encuentra activo políticamente en México en la actualidad, pues se explica sin problema por qué Morena iría “en caballo de hacienda” hacia las elecciones intermedias federales y las gubernaturas y alcaldías que estarán en disputa el año entrante.
Una oposición timorata, sin ideas ni liderazgos, que ni ruido puede ni sabe hacer y que no entiende cómo abanderar los enormes problemas del país ni ofrecer alternativas, es lo mejor que le puede pasar a un régimen autoritario y vertical para consolidar su hegemonía.
Por eso ni les preocupa hacer payasadas a diario.
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