“Y si las cosas no se dan me gustaría ser Senador de la república”, confió en alguna ocasión a su amasia Guadalupe Saldaña, su secretaria quien le arrimaba mujeres y le organizaba orgías.
El punto es que el regaño presidencial derramó el vaso.
Huerta no pudo refutar la denuncia de violación a Marta “N” – CEJUM/DX/FE290/2020-, expuesta ante la opinión pública estatal y nacional por la periodista Claudia Guerrero, ni aclarar los desvíos millonarios en los programas de becas “Benito Juárez”.
Tampoco fue capaz de dar una explicación satisfactoria al sospechoso suicidio el 11 de agosto de Karen Joselyn Lucas Segura, mujer que laboraba en su oficina de manera directa y con la que guardaba una relación sentimental, en trío, con Guadalupe Saldaña.
Por ello y en obvio de dar carpetazo al asunto y evitar el peso de la justicia, el propio Huerta Ladrón de Guevara decidió escapar por la puerta trasera.
De hecho, la visita de López Obrador específicamente a Xalapa obedeció, antes del acto oficial al que se le negó el acceso al superdelegado, a revisar el expediente incriminatorio en su contra.
En él se da cuenta que su aparato burocrático federal estaba integrado por delincuentes y acosadores vinculados al crimen organizado; gente descalificada que solo cobraba el pago de favores hechos a Huerta.
Incluso los programas sociales eran escenográficos.
Se engañaba al presidente con cifras falsas y viveros alquilados. Nunca se respetó el protocolo marcado por la Secretaría del Bienestar, ni se hicieron censos de verdad lo cual dio lugar a que el propio presidente les llamara la atención por el rezago en su visita del 3 de febrero del 2019.
La plantilla de personal estaba inflada y se permitió, como en el caso de Guadalupe Saldaña, quien su anterior trabajo era como empleada doméstica del propio Huerta, que metiera a la nómina a sus hermanos con oficio de albañiles de la región de “la Joya”, detentando ahora altos cargos de dirección.
El programa “La Escuela es Nuestra” se echó a andar, pero en el papel y suministro de recursos, ya que en los hechos no se reflejó en la población, como tampoco en el manejo de los programas sociales en el municipio de Tantoyuca que fue entregado a los cárteles.
Asimismo, los constantes choques y pleitos verbales en público con Cuitláhuac García, polarizaron los beneficios sociales. De hecho, quien armó todo el expediente de denuncias ante AMLO salió de la oficina del gobierno estatal.
Reseñan quienes estuvieron en las proximidades de la escena del regaño presidencial que López Obrador le pidió rindiera cuentas por desvíos millonarios en el programa de becas.
Manuel Huerta nunca pudo explicar a satisfacción la complicidad que guarda con Carlos Alberto Villa Jiménez, a quien nombró Coordinador del Programa de Becas “Benito Juárez”, a sabiendas de que esta persona había sido el operador de Fidel Herrera y Jorge Carvallo, y sobre quien pesan denuncias de acoso sexual y desvió de recursos en contubernio con su esposa Valeria, Jefa de Vinculación de la Dirección General de Bachilleres, COBAEV.
El socio de Huerta era el responsable, por debajo de la mesa de los moches, extorsiones, encubrimientos hasta acoso sexual y bajo el cobijo del Delegado de Bienestar el Veracruz asumió la Dirección de Administración en donde las denuncias por acoso, incluso violación, siguieron posteriormente como Coordinador de Becas “Benito Juárez”.
Su vida de dispendio y abusos sexuales ha sido tan escandalosa que el pasado 11 de septiembre se dio cuenta a la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de la Función Pública el enriquecimiento inexplicable.
La razón, es que los recursos que debían destinarse a la gente más necesitada iban a las cuentas familiares, Huerta incluidos.
Habrá que esperar las siguientes horas la confirmación de la renuncia del don Juan de petate de la Cuarta Transformación en Veracruz.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |