Contrario a otros estados de la República, en Veracruz, algunos Ayuntamientos ya anunciaron que abrirán las puertas de sus panteones estos días santos; sin embargo, no se espera mucha afluencia ante el llamado de las autoridades estatales y federales a mantenerse en casa y honrar a sus muertos desde allí, con un pequeño altar, situación que sin duda también afectará a vendedores de flores y personal que trabaja en los cementerios y gana propinas por limpiar tumbas.
Atrás quedaron los recorridos de los cementerios, las leyendas que enmarcan los panteones, las caminatas y celebraciones. Ahora, tenemos altares en los hospitales
para honrar a nuestro personal médico caído durante la pandemia.
Este año, hasta nos olvidamos de las calaveras, de su humor negro y sátira, a pesar de que el mexicano desde antaño se burla de la muerte en estas fechas.
Todo indica que estamos viviendo el luto de algún amigo, familiar o ser querido y subjetivamente tememos perder a otro conocido o pariente por Covid.
Veo a mi mamá que pone su altar, coloca papel picado que compró, flores de cempasúchil y mano de león; pone unas piezas de pan, una taza de chocolate y algunas frutas. Coloca la foto de mi papá y hasta ha pensado en comprarle una cerveza. ¡Cosas que tiene la vida y la muerte! Antes hasta se enojaba que se tomara una.
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