La política en tacones.
Pilar Ramírez.
 

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Estampas de una elección
2017-06-07

Las jornadas electorales han ido cambiando paulatinamente, a medida que se ha modificado el marco legal que le retiró el control del proceso al gobierno −antes juez y parte− y le otorgó más intervención a la ciudadanía y a los partidos. 


Uno de los aspectos que cambió fue la forma de manipular el voto; eso no quiere decir que se terminaron las trampas, los fraudes, hacer las cosas en lo oscurito o intentar, como se ha hecho desde siempre, modificar la voluntad del electorado. Digamos que quienes se dedican al mapacheo han tenido que adaptarse o buscar nuevas formas de evadir la norma.


Ahora ya difícilmente hay robo de urnas, o urnas embarazadas, carruseles, ratón loco o taco electoral. Por ejemplo, ir a votar a distintas casillas (carrusel) ya es cada vez más difícil con el uso de la tinta indeleble, robar paquetes electorales en varias casillas para después llenar en otro lugar urnas a favor de algún candidato (ratón loco, que se complementa con la técnica de sustituir una urna normal con una llena de votos a modo o urna embarazada) también es complicado porque las boletas electorales están foliadas.


Las boletas foliadas impiden el taco electoral, pero todavía hay quien lo intenta. En Veracruz detuvieron a un supuesto funcionario electoral intentando insertar en la urna dos boletas, aunque esta técnica antes era con muchas más y muy frecuente.


Pese a los mecanismos de control, estuvieron presentes el robo de paquetes electorales. Las zonas rurales más alejadas de los centros urbanos son las preferidas para hacer trampa. Allí todavía opera la mesa que más aplauda, que consiste en comprar a todos los funcionarios de casilla para manipular las boletas. También la compra de credenciales que se usa tanto para garantizar que ese voto sea para un cierto candidato o para evitar un voto contrario cuando se sabe que el dueño de la credencial es contrario. La mayor parte de las trampas electorales, la cooptación o los sobornos se dan ahora previamente a la elección y resulta difícil comprobarlas.


Por otro lado, está la vigilancia de los partidos y de los observadores electorales que también hacen lo suyo para evitar la tentación, parece que inevitable, de torcer la ley con tal de obtener el poder.


Con este nuevo escenario, vemos algunos hechos que retratan ahora las elecciones. En el estado de Veracruz, después del paso de Javier Duarte, el PRI ganó sólo tres municipios de los 35 en los que presentó candidatura solo, sin coalición, y son municipios muy pequeños. Ya se habla del reemplazo del actual presidente estatal del PRI, como suele pasar cuando un partido pierde elecciones, pero en este caso con un exgobernador priista tan impresentable, sólo que Renato Alarcón fuera mago podía sacar más votos para su partido. La opinión de la ciudadanía se hace sentir.


En el municipio de Acajete, ubicado a veinte minutos de la capital veracruzana, actualmente en manos del PAN, ganó la coalición PRI-PVEM. En vista de que perdió el candidato panista del actual presidente municipal, este la emprendió contra los trabajadores del ayuntamiento a quienes acusó de no haber votado por su partido y despidió a varios. Las mañas se aprenden pronto.


También en Veracruz, sorpresivamente, Encuentro Social obtuvo seis municipios y Nueva Alianza 18 (uno más que Morena y más que el PT, PVEM, Movimiento Ciudadano y PRI por supuesto) como un importante indicador de que la ciudadanía se va inclinando hacia nuevas opciones después de las decepciones que ha tenido con los partidos tradicionales. Aunque del rechazo al PRI habla con más elocuencia el triunfo del PAN en 112 de los 212 municipios veracruzanos.


El día de la jornada electoral, la candidata de la coalición PAN-PRD en Xalapa, apenas cuatro o cinco horas después del inicio de las votaciones estaba alistando el templete para festejar su triunfo en la Plaza Lerdo, la más céntrica, ubicada frente a Palacio de Gobierno. Se vio obligada a retirar los preparativos por la llegada de personal del OPLE y de observadores electorales, quienes, al final, le evitaron una vergüenza mayor, pues la capital veracruzana se la adjudicó Morena. La estrategia del madruguete ya es obsoleta en estos tiempos y sólo les garantizan osos a quienes se aferran a ella.


Para quienes no imaginan cómo se hace trampa con tantos observadores, representantes y funcionarios en las casillas, tenemos una demostración muy didáctica en video de una casilla del Estado de México, que anda circulando en las redes, de un secretario de casilla que con un legajo de boletas en mano cuenta más rápido de lo que pasa cada boleta, así, dice 50 y 51 mientras su mano sólo pasa una boleta, se salta números y −sólo con lo que se observa en el video− con esta técnica le regala cerca de 30 votos al PRI. 


También en el Estado de México, al más viejo estilo priista, la tarifa del tren suburbano aumentó dos días después de la jornada electoral. Un acto parecido al de Emilio Chuayffet cuando anunció la suspensión temporal de la evaluación docente en mayo de 2015, pero la reanudó apenas pasada la jornada electoral y fue como una burla para el magisterio. Igual se comportó el gobierno de Eruviel Ávila con los mexiquenses. Una vez asegurado el triunfo del primazo, le asestó el golpe a los usuarios del tren y no fue un golpecito, más bien fue un descontón.


  Aparentemente, el diseño informático del conteo de votos debe erradicar toda sospecha de malos manejos, pero una vez más llega la duda con la elección en Coahuila, donde el conteo rápido dio cifras diferentes a las del Programa de Resultados Electorales Preliminares (prep), el primero daba como ganador al panista Guillermo Anaya mientras el segundo le otorgaba el triunfo al priista Miguel Ángel Riquelme, de modo que el Instituto Electoral de Coahuila prefirió detener el conteo cuando llevaban contabilizadas 71% de las casillas. A la vista de los partidos, pero especialmente del electorado, surge la sospecha, difícil de erradicar, de que la autoridad electoral no es tan imparcial como dice.


La jornada electoral no sólo sirve para ganar votos sino también ventaja política. La aspirante panista a la presidencia, Margarita Zavala, en entrevista con Televisa, lo que tuvo que decir sobre la jornada electoral es que su correligionario Ricardo Anaya no hizo su labor y en lugar de eso se dedicó a trabajar sólo en su favor; de lo perdido lo que aparezca, los votos que no obtuvo el PAN, Zavala los quiere capitalizar para caminar hacia la candidatura del 2018. Priistas de Veracruz piden la cabeza de Renato Alarcón, el dirigente estatal, por los “malos resultados”. Lo que habrá que ver es si hay alguien que quiera el puesto. Héctor Yunes Landa, el senador priista, ya comenzó su campaña hacia el 2018; para empezar, invitó a un desayuno a periodistas tres días después de la jornada electoral. Nadie quiere perder tiempo. ¿Y los ciudadanos? Bien, gracias.


ramirezmorales.pilar@gmail.com 

 
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