Indicó que cuando se tiene un trastorno dismórfico corporal, los pacientes se enfocan intensamente en la apariencia e imagen corporal, lo que genera que el defecto percibido y los comportamientos repetitivos causen un sufrimiento emocional significativo.
Mencionó que las personas con TDC suelen pasar muchas horas al día mirándose en un espejo o todo lo contario, evitan hacerlo, intentan ocultar las imperfecciones con maquillaje, barba, sombrero, ropa de otra talla y "corrigen" o "arreglan" lo que les disgusta.
La especialista refirió que algunas de las señales para notar este padecimiento son: extrema preocupación por un defecto percibido, estar convencido de que tu defecto te hace feo, creer que los demás ponen atención en tu apariencia de una manera negativa, arreglar u ocultar el defecto, comparar constantemente tu apariencia con la de los demás, buscar aprobación y evitar situaciones sociales.
Entre las características más comunes con las que la gente suele obsesionarse son el rostro, como la nariz, cutis, arrugas, acné, cabello y calvicie, tamaño de las mamas o del tono muscular y en algunos casos con los genitales.
Úbeda Sierra añadió que unos de los principales factores para desencadenar este padecimiento son las experiencias negativas como burlas en la infancia o bullying por la apariencia y la presión social que hay en medios de comunicación referentes a las exceptivas de belleza que se cree se debería tener.
La dismorfia corporal puede llegar a ser un grave factor para presentar trastornos alimentarios como la anorexia, bulimia, vigorexia (obsesión por el ejercicio) y/o ortorexia (obsesión por comer sólo alimentos saludables), de ahí la importancia de identificarlo y atenderlo a tiempo.
Finalmente, la psicóloga dijo que con terapia cognitivo conductual los pacientes pueden llegar manejar el miedo, las preocupaciones y la ansiedad y con ello aprende a ver y amar su aspecto físico y dependiendo de cada caso se trata también con medicamentos que ayudan a que la serotonina funcione bien. |