Está en crisis el juego de la política, su credibilidad anda por los suelos, da vergüenza decir que soy político, porque ostentarse como tal, es meterse al mismo costal a la vista de la gente.
No se distingue diferencia entre uno y otro, todos los actores nuevos y semi-nuevos, muestran el mismo rostro de un dinosaurico, ávidos de poder, dinero y fama, no pueden ver una cartera mal puesta porque en seguida se la apropian, provengan del partido que sea.
Habrá sus honrosísimas excepciones, pero son los menos y recuerden que una golondrina no hace verano, así que un mínimo es ocultado por un máximo, conozco a un mínimo y ellos no han podido trascender, siempre han sido marginados, bloqueados, por eso siempre vemos a los mismos, a ese mínimo lo sientan en l mesa para decorarla y vestirla, no tienen derecho a más.
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Sobresalen los hampones, esos que buscan el poder con hambre y sed golosa que no los llena, quieren más y más, son glotones, no les importan los demás, con cinismo agarran y agarran, sin importan que existen más con necesidades apremiantes, antes están ellos y nada más.
La regla establece condiciones para jugar limpio, cosa que no les importa, de entrada buscan coaccionar al árbitro o de plano buscan uno a modo, segundo tratan de buscar un contrincante con menor peso y estatura o lo sobornan, de plano a veces ellos también lo proponen y cuando resulta un buen rival, le buscan o inventan un expediente para ver por donde le encuentran su debilidad, para por ahí atacarlo.
Hacen a un lado la ley o miden el alcance de la sanción como todo delincuente, para que con dinero puedan superar la infracción y así lograr su cometido, es por eso que la guerra sucia y la política de lodo está a la orden del día, proviniendo de todos los bandos, vemos como hasta el nuevo partido del caudillo López obrador también acusa y descalifica fiel a su costumbre a los rivales con los que se quiere medir.
Los contrincantes están utilizando el posible voto como balón, lo traen patada y patada, para que en su lógica llevarlo a la portería o la urna anotando el ansiado gol que les de satisfacción personal y a la afición que los corea.
Lo más grotesco es la forma en que quieren conducir el balón, han pasado de la descalificación los hechos sangrientos, el voto lo llevan porque lo llevan, al precio que sea, con dinero o con bala, quien lo hace y como lo hace, eso no se dice se realiza, el árbitro lo sabe, tal vez, pero si se entera mejor calla, antes esta la piel que el heroísmo, ese carácter se lo deja a los ciudadanos, quienes son los únicos valientes que lo denuncian, porque no solo el policía corre, el periodista se dobla o lo doblan.
Así que en este juego perverso todos ganan, menos los aficionados, quienes se quedan con las banderas y las matracas, después del juego los que cobran solo los jugadores y árbitro, el público se regresa a sus casas a seguir con su vida rutinaria y sin ver un cambio de fondo en sus vidas ¿Qué no?
adidas.johan62@gmail.com Lic. Inocencio Martínez Cortes |