En esta elección municipal los partidos grandes perdieron votos con relación a la votación del 2016. Sólo el PRD obtuvo más votos que el año pasado. Pero eso no les ha valido para arraigarse en las preferencias, pues incluso varios de sus candidatos afirmaron públicamente que se tuvieron que apoyar en la estructura panista porque en casa no había nada.
Hoy el perredismo local no se alinea a los designios nacionales, y no tiene poder de decisión real de lo que hará en lo local. Hoy los perredistas de Veracruz corren el riesgo de quedarse en el 2018 como el que chifló en la loma.
Y es que a nivel nacional Ricardo Anaya y Alejandra Barrales han esbozado una intención de generar un gobierno de coalición, pero no han asegurado que pretendan llevar a un candidato único para la Presidencial.
No se visualiza cómo podría darse una coalición para Gobernador, si en lo nacional el PRD tiene un candidato propio. ¿A quién le rendirían cuentas y a quién apoyarían los perredistas de Veracruz? ¿A Miguel Ángel Yunes Márquez, del PAN, o al candidato presidencial del PRD? Es ilógico.
Hoy los perredistas parecen más cómodos donde siempre les ha interesado estar: en las mullidas oficinas gubernamentales teniendo la seguridad de un sueldo.
El PRD ha ganado… y mucho. Ha ganado dinero, ha ganado espacios, ha ganado alcaldías, ha ganado poder de negociación, pero ha perdido poder de decisión, ha perdido esencia, y de la mano de Jesús Velázquez, ha perdido su alma. Hoy son unos desalmados.
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