Durante los días de preparación en Tailandia, enfrentó uno de los momentos más virales del certamen. En una reunión con participantes, el director nacional tailandés del concurso, Nawat Itsaragrisil, la confrontó por su presunta falta de apoyo en redes sociales para promocionar la sede. Cuando ella intentó responder, él la interrumpió, la llamó "tonta" y solicitó la intervención de seguridad. Bosch actuó con dignidad: exigió respeto, se levantó y abandonó la sala acompañada por otras concursantes, incluida la entonces Miss Universo, Victoria Kjær Theilvig. El evento desató indignación y solidaridad inmediata.
En sus propias palabras, ella dejó claro:
"Somos mujeres empoderadas. Nadie puede cerrar nuestra voz."
Tras el incidente, Itsaragrisil se disculpó públicamente. Él afirmó que su acento y traducción causaron la controversia, negando que hubiese llamado "dumb head" ("tonta") y argumentando un malentendido lingüístico. La Miss Universe Organization condenó el comportamiento, y la polémica desencadenó sanciones y ajustes en la gestión del certamen.
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A pesar de la presión mediática, Fátima no abandonó la competencia. En un momento de la preparación dijo:
"No soy una muñeca para que me peinen, me cambien, me maquillen... tengo cosas que decir, espacios que ocupar … mientras haya Miss Universo, México tiene representante."
En la final, Bosch brilló en cada etapa: desfiló con confianza en traje de baño, conquistó al jurado con su presencia y cerró con un deslumbrante vestido rojo lleno de brillo. Su coronación no solo suma una nueva corona para México, la cuarta en la historia del certamen.
Su victoria envía un mensaje poderoso: defender tu dignidad, alzar tu voz y preservar tu esencia puede llevarte muy lejos. Fátima Bosch ha demostrado que una corona no define tu valor; la define quién eres y lo que aportas al mundo. Su triunfo es un hito para la inclusión, el respeto y el empoderamiento femenino.
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