De los hombres que ha perfilado Peña Nieto para su sucesión, Osorio y Nuño siguen vivos. Videgaray se la juega viendo ahora los toros desde la barrera con José Antonio Meade y Peña está probando a Luis Enrique Miranda Nava, para ver si es capaz de crecer en la SEDESOL electorera. Dentro de esa baraja es digno de análisis especial Aurelio Nuño, quien surfea cogido de los cuernos de la Reforma Educativa, que trabaja hasta las madrugadas, usa la oficina de José Vasconcelos como su espacio favorito para pensar y leer de todo, preferentemente lo educativo. Es enérgico, claro de ideas, y mantiene las sienes retocadas de canas artificiales para tener una imagen de más edad; pues su “babe face” no le ayuda mucho. De forma valiente reconoce que la herencia y venta de plazas dañó a la educación; que los vicios y corrupción mermaron autoridad a la SEP para ejercer la rectoría del Estado y que les dio tal poder a exlíderes del SNTE como Jonguitud y Elba Esther Gordillo, que hicieron del Sistema un ente corporativo y clientelar. A eso y más se enfrenta Nuño, factores internos y externos que no le han dejado despuntar a gusto. Durísimo su camino, sin duda, pero sigue jugando, agazapado y esperando el momento para, igual que Osorio, salir del clóset electoral y empujar con todo por la codiciada banda presidencial… Si lo da por muerto, piénselo dos veces. |