En su exposición el supuesto Duarte de Ocho se queja de no tener con quien conversar, no pide privilegios sino un trato de igualdad; supuestamente pide le permitan “salir al patio junto con los demás internos y relacionarme con ellos”, lo cual a todas luces es una incoherencia dada la animadversión evidente de otros internos que pertenecen a los “Maras Salvatruchas” mostrada el mismo día en que rindió su primera declaración ministerial. ¿Querría Duarte convivir con quienes lo podrían desollar vivo?
Las peticiones de un colchón, un ventilar (sic) y una lámpara, son los ingredientes de la carta que propician la denostación y burla pública.
Pero si esos errores de forma hacen sospechar de la autenticidad de la carta, la fundamentación de derecho lo hace más, ya que el artículo 28 de la Constitución Política de la República de Guatemala, se refiere al derecho de petición que tienen solo los ciudadanos guatemaltecos. ¿Por qué no se fundamentó en algún artículo del Convenio de Extradición México-Guatemala?
Y encima, no se hace mención a un poder, ni siquiera al menos una instrucción, para poder firmar la carta.
En conclusión: o la carta es más falsa que un “Pancholar”, o de plano a Javier Duarte de Ochoa le urge cambiar de abogados, porque esos que tiene ahorita no sirven para nada. |