A ocho meses de su inicio, nadie sabe si estos objetivos, metas, estrategias y prioridades forman parte de las tareas del gobierno y cuánto presupuesto se ha asignado para su cumplimiento. Hasta ahora lo único que se conoce son los informes simples del ejercicio del gasto, pero ninguna de las cuestiones que plantea la ley y el PVD. Lo anterior lo denunció el propio presidente de la Comisión de Hacienda del Congreso Local, el diputado perredista Sergio Rodríguez, lo que le costó la presidencia de esa Comisión.
El Plan Veracruzano de Desarrollo ha sido un instrumento de política pública ineficaz. No es vinculante, por tanto su cumplimiento no es obligatorio; tampoco hay sanción si no se cumple con lo que ahí se establece. Hasta hoy, sólo ha servido al lucimiento político del gobernante. Es el traje invisible del monarca.
En noviembre pasado, siendo aún gobernador electo, Miguel Ángel Yunes presentó el Plan Veracruzano de Desarrollo 2016-2018. Sin embargo hasta ahora, no ha quedado en claro si las obras y acciones que se proponen tienen correspondencia con las capacidades financieras y presupuestales del Estado, de lo contrario, se convertirá en una falsa promesa que ya ha sido olvidada.
Y no se tenía que inventar el hilo negro. Desde hace más de una década se introdujeron cambios sustantivos en el gobierno federal; se establecieron obligaciones para evaluar los resultados de los programas sociales y los logros obtenidos por las entidades federativas y los municipios con recursos federales. El modelo de Presupuesto Basado en Resultados (PBR) se ha convertido en la esencia de la Administración Pública Federal.
El PBR está alineado al Plan Nacional de Desarrollo, de tal manera que programa o acción que no se inscriba en alguna de sus tres estrategias transversales para alcanzar las cinco metas nacionales, está destinado a desaparecer. Para lograr esto, se introdujo además, una metodología única para la elaboración de una Matriz de Indicadores para Resultados (MIR) a partir de una Metodología del Marco Lógico (MML). Acá, todo se reduce al ruido ensordecedor de la “licuadora”.
En sólo ocho meses ya llevamos dos secretarios de Finanzas, el desorden administrativo continúa, y la deuda sigue creciendo, lo que viene a confirmar que el ejercicio financiero es igual o peor que con su antecesor, es decir, aplicado de manera discrecional sin el mínimo orden ni pulcritud.
En este contexto se inscribe el nombramiento de Guillermo Moreno Chazzarini como nuevo Secretario de Finanzas, a quien a partir de hoy lo identificaremos como el Secretario Osterizer, porque será el encargado –a falta de un Presupuesto de Egresos autorizado por el Congreso-, de ejercer el presupuesto como lo ordene el Gobernador, reactivando la famosa licuadora, generando una sola bolsa de recursos federales y estatales para cubrir las necesidades al libre albedrío.
Hoy el gobierno estatal ejerce un presupuesto base cero. Pero no aquél que consiste en identificar paquetes de decisión y clasificarlos según su orden de importancia, mediante un análisis de costo beneficio. En nuestro estado, este presupuesto base cero se refiere sólo al discurso oficial de que “no hay dinero”, no obstante que el actual gobierno, el auto llamado "gobierno del cambio" recibe el 23% más de participaciones federales que el gobierno anterior. Es decir, Miguel Ángel Yunes tiene más dinero que Duarte, bueno, quise decir más presupuesto.
A Veracruz y a los veracruzanos nos urge un sistema de planeación que permita ejercer su millonario presupuesto con base en resultados y no a la decisión unipersonal del Gobernador. Así, no sólo se está aplazando la salida a la crisis, se está agudizando.
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