El Presidente sabe que sus tres piezas fundamentales en Veracruz, aunadas al Senador Ricardo Ahued, y el alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez, simple y sencillamente “se han llevado sus canicas”, autoaplicándose el “divide y vencerás”, situación que ya capitalizan sus adversarios políticos en el estado.
En Palacio Nacional están convencidos que Veracruz se cae a pedazos, y que en buena medida, obedece a que nadie quiere aconsejar a Cuitláhuac García, pues como niños pequeños, todos se dan la espalda. Nadie quiere escuchar algo que no venga de voz directa del Presidente, especialmente, el Gobernador.
Cuitláhuac García culpa a Rocío Nahle de no ayudar con la inseguridad en sus dominios, particularmente en Coatzacoalcos; de igual forma, achaca a Manuel Huerta varios de los problemas que enfrenta el estado, incluyendo los regaños que AMLO hizo en actos públicos; acusa a Ricardo Ahued de no ayudar con Xalapa, y para colmo, todos ellos ven al Gobernador como un torrente de malas decisiones.
Los morenistas de peso en Veracruz pasaron de ser amigos a rivales. Se golpean a escondidas y “se muestran la lengua” cuando el jefe máximo no los ve. Suelen sonreírse en actos públicos, frente a AMLO, pero ya sin él atestiguando, se evitan a toda costa.
Veracruz se hunde en la inseguridad, y quienes deberían “levantar el barco” prefieren jugar a que gobiernan. Se vienen los primeros 100 días de labores, y con ello, el primer “gran jalón de orejas” para Cuitláhuac García y sus grandes “amigos”.
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