“Puede ser una estancia o pueden optar por su familiar o una persona así, tipo Cuarón, que lo cuidó una ‘muchacha’ y miren, sacó hasta un premio Oscar, para que vean que sí funcionan las ‘Yalitzas’”, explicó Huerta a reporteros que lo cuestionaban sobre este nuevo esquema, el pasado 3 de marzo.
Las reacciones de protesta no se hicieron esperar; lo acusaron de denigrar la condición de mujer y de indígena de la actriz de la película “Roma”, Yalitza Aparicio,que se hizo merecedora a una nominación al Oscar.
Pero el servidor público desdeñó todos esos comentarios. Argumentó que eran ataques de “grupos antagónicos” y en principio decidió “no caer en provocaciones” y dejar que pasara la tormenta.
De pronto vio que, lejos de olvidarse, las críticas arreciaban (quizá tuvo la mala fortuna de resbalar justo en la víspera de la celebración del Día de la Mujer) y decidió corregir… aunque a medias.
Tres días después de su gazapo, publicó en su cuenta de Twitter: “Lamento mucho la mala interpretación de mis declaraciones sobre la talentosa mexicana Yalitza Aparicio, maestra y artista internacional, orgullo de México y a quien respeto profundamente”.
Según esta “disculpa”, él no dijo nada malo. Fueron los que lo criticaron quienes hicieron una “mala interpretación” de sus palabras.
Ésa, sin embargo, no fue la percepción de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que emitió un comunicado en el que advirtió:
“Frases discriminatorias como las que manifestó ese servidor público, (Manuel Huerta) impulsan la desigualdad sustantiva entre hombres y mujeres, por lo que la Comisión Nacional reitera que discriminar, es negar el reconocimiento de la dignidad humana, la cual constituye el fundamento básico de nuestro sistema jurídico y de nuestra convivencia social; todo acto de discriminación es una violación a los derechos humanos”.
Fue hasta ese momento, cuando supo del “exhorto” de la CNDH, cuando Manuel Huerta se dio cuenta de que había metido la pata, y hasta el fondo, y que urgía un trabajo de contención.
Emitió ahora un comunicado en el que corrige su primera disculpa: “Lamento profundamente no haber comunicado adecuadamente mi mensaje sobre ese tema en particular, que de ninguna forma tuvo el afán de discriminar u ofender a nadie. Por eso, ofrezco una sentida disculpa si esto llegó a ofender a alguien”.
Ya no es que sus detractores hayan hecho una “mala interpretación”, sino que fue él quien no supo comunicar en forma correcta.
El tema, en realidad, es menor (no tengo referencias de que Manuel Huerta muestre una actitud misógina), pero exhibe con claridad el desdén con el que suelen tratar los nuevos servidores públicos, las críticas a su labor.
Un poco más de humildad, algo de sensibilidad y respeto a quienes discrepan, serían muy sanos para esta auto-llamada “Cuarta Transformación”.
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