Han sido múltples los momentos de coyuntura en los que López Obrador ha escuchado la sugerencia de algunos de sus más cercanos colaboradores, de que aplique un fuerte golpe de timón en el estado de Veracruz, o de lo contrario la sucesión en el 2024 será poco menos que imposible.
Pero él se resiste a dar ese paso. No porque considere que Cuitláhuac García esté haciendo bien las cosas (demasiadas pruebas le han presentado y él no se chupa el dedo) sino por esa natural y espontánea resistencia que manifiesta a admitir que se ha equivocado.
Los argumentos, sin embargo, son sólidos:
- No tenemos porqué aceptar ninguna pifia política, señor. Lo acomodamos en una posición que, al menos en el discurso, luzca como un reconocimiento a sus fortalezas. Usted ya ha visto las mediciones que mandamos a hacer, con diversas empresas y distintos mecanismos de medición… todas coinciden en que Veracruz se nos está cayendo.
Es por eso que, como ninguna otra visita del Presidente, ésta que tendrá lugar en la capital del estado, está siendo especialmente cuidada por el gobierno estatal.
No es fortuito que de pronto, luego de semanas de reclamos del sector salud por la falta de equipamiento para enfrentar la pandemia, este fin de semana haya llegado a las instalaciones del Ejército en La Boticaria, un convoy con mobiliario hospitalario, equipo tecnológico, material de protección y medicamentos.
Nadie le podrá reclamar en “la mañanera” que Veracruz no esté siendo apoyado para enfrentar esta crisis.
No es casual que desde la Secretaría de Gobierno haya salido la instrucción (con su consecuente reprimenda) al subprocurador del Medio Ambiente, Ernesto Cuevas, para que liberara de inmediato -y sin remuneración alguna de por medio- los camiones materialistas que se quedaron encerrados en el interior de una obra clausurada por esa dependencia, trámite por el que el “Gallo Bolo” pretendía embolsarse un millón de pesos.
Nadie quiere un plantón de transportistas en el centro de Xalapa, justo durante la visita del Presidente.
Todos están convencidos de que, una vez que López Obrador abandone el territorio veracruzano, el gobierno estatal volverá a su marasmo, al usufructo de los negocios particulares que, bajo el cobijo de la “cuatro te”, están haciendo esos servidores públicos a los que les pagamos todos los veracruzanos.
¡Ojalá viniera cada semana, señor Presidente!
filivargas@gmail.com |