¿Cómo decidieron para escoger solo 14 de las 32 entidades del país? Lo racional es pensar que fueron seleccionados los estados con más casos y más decesos, pero toda decisión oficial nunca deja de tener un toque político. Sé de la importancia que el canciller Ebrard, quien está manejando el asunto, le da a Veracruz, entidad de la que siempre ha estado atento, y casi me atrevo a asegurar que ante cualquier circunstancia por ningún motivo hubiera dejado fuera a nuestro Estado.
¿Qué es la fase III? En “Prosa aprisa” del pasado 14 de septiembre comenté un artículo del médico e investigador Arnoldo Kraus, fundador del Colegio de Bioética, sobre el complejo proceso para elaborar una vacuna.
Sucintamente explicó: Antes de la aprobación, las pruebas deben primero someterse a etapas preclínicas las cuales se llevan a cabo en laboratorios por medio de cultivos de tejidos o de células vivas, así como pruebas en animales para evaluar la seguridad de la vacuna y la capacidad de provocar una respuesta inmunológica.
De ahí sigue la fase I, la cual involucra estudios clínicos con humanos. La vacuna se aplica a pequeños grupos, usualmente 80 personas, y la finalidad primordial es su seguridad. De ser satisfactoria la respuesta se sigue a la fase II que incluye a personas sanas y algunas proclives a contraer la enfermedad. Por último se llega a la fase III.
Comentó que en esta etapa se incluyen decenas de miles de enfermos (hasta 60 mil personas) de diversos países y que las pruebas son aleatorias y a “doble ciego”, esto es, a uno se les aplica la vacuna y a otros placebo –sustancias inertes, como agua salina– con el fin de comparar el desarrollo de anticuerpos contra el virus. Si las cosas salen bien, sigue la aprobación, que tarda mucho tiempo.
Por lo esperanzador para la humanidad que significan todos los intentos por hallar la vacuna milagrosa que prevenga el contagio, qué bueno que nuestro Estado será parte del laboratorio mundial y seguramente no faltarán los voluntarios que contribuyan, a costa de su propio riesgo, a hallar el gran remedio.
(Aprovecho el tema para expresar todo mi reconocimiento y mi agradecimiento al reconocido médico gastroenterólogo Jorge Williams Victoria por el celo profesional –que lo caracteriza– y la prontitud con la actuó ayer para auxiliarme a descartar, lo más pronto que pudo, un posible contagio, luego de que desde el pasado fin de semana tuve una alteración en mi salud que se inició en el aparato digestivo, su especialidad. Por fortuna, no fue nada serio.) |