Ahí están, como muestra, las expresiones de los yunistas apoyando la alianza, esa misma alianza que Guzmán Avilés está dispuesto a romper.
La alianza opositora, discordante en los colores y en las tendencias, se justificaba por un solo objetivo: derrotar a Morena. Los dirigentes de estas tres fuerzas políticas tienen bien claro que si no van juntos –los tres- no podrán conseguir esa meta. Por lo tanto, ninguna discusión, ningún debate sobre la paternidad en un Distrito o en un municipio, se justifica.
Esa no es la razón de la alianza. Ya habrá otras contiendas, en el futuro, donde dirimirán quién de ellos es más fuerte en cada comarca. No ahora.
Aún están a tiempo de recapacitar y dejar a un lado mezquindades… si de verdad quieren trabajar por un Veracruz mejor.
No deben pasar por alto que la alianza de enfrente también está pasando sus problemas. Mientras el Partido Verde y el PT avanzan y van construyendo sus candidaturas, siguen sin contar con un interlocutor efectivo, real, con capacidad de decisión, del lado de Morena, y temen que cuando al fin se sienten con ellos, la distribución resulte muy desventajosa.
Cada partido político se crea a partir de la comunión de ideales, de la coincidencia en los métodos y las estrategias. Las alianzas de partidos políticos, de manera específica para un proceso electoral, tienen una justificación pragmática, no van más a fondo. No se trata de que priistas y perredistas asuman como propios los principios de los panistas, ni viceversa.
Hoy coinciden en que la única forma de recuperar el poder es trabajando unidos, y en esa tarea deben concentrar sus esfuerzos. ¿Que si el candidato es azul, rojo o amarillo? Eso por el momento no es lo importante. Se cede en unas propuestas, y se gana en otras.
Ahora: ¿Quieren ir a una derrota segura?
Que cada quien agarre sus canicas y se vaya a competir por su cuenta.
Lo lamentarán este año, pero mucho más en el 2024.
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