En este y en muchos otros espacios se ha explicado hasta el cansancio que no hacía falta esa reforma para que tanto Rocío Nahle, como Ricardo Ahued y muchos otros (deben ser miles) ciudadanos que tienen más de cinco años de residir en esta entidad, pudieran registrarse como candidatos, pues por encima de las limitaciones que impone la constitución veracruzana, están los términos que establece nuestra Carta Magna.
Rocío Nahle, nativa de la hoy incendiada entidad de Zacatecas, juega el mismo juego que practicaban el siglo pasado los más ortodoxos priistas: el juego del “tapado”, que consistía en negar que cualquier acción suya tuviera como fin impulsar su imagen con miras a procesos electorales cercanos, sin negar que dichas aspiraciones estuvieran presentes.
El clásico: “no me encarto, ni me descarto”.
Rocío Nahle fue incluso más cauta: “el tiempo dirá lo que tenga que decir”.
Tampoco es un secreto en Veracruz que el actual gobernador, Cuitláhuac García, lo mismo que su equipo de operadores políticos, trabaja en la construcción de una plataforma electoral que favorezca a la titular de la Secretaría de Energía, y bloquean a todo aquel que, al interior de Morena, pretenda arrebatarle la candidatura a la zacatecana. Ahí están como ejemplo los golpes mediáticos recurrente contra el aún presidente de la mesa directiva en la Cámara de Diputados federal, Sergio Gutiérrez, o el expediente penal con el que pretenden mantener al margen de este proceso al Delegado de Programas del Bienestar, Manuel Huerta.
Cuitláhuac García, Éric Cisneros, Juan Javier Gómez Cazarín y el propio dirigente estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, tiene claro que el objetivo es impulsar la candidatura de Rocío Nahle y ayudarla en la parte más vulnerable de su imagen: la falta de conocimiento por parte de los veracruzanos.
Rocío Nahle camina poco por Veracruz y cuando lo hace, es en eventos colmados por gente acarreada que no tiene la menor idea de la existencia de la zacatecana y de sus aspiraciones.
Sergio Gutiérrez Luna (él sí veracruzano aunque ausente durante muchos años de la entidad) mostró con facilidad lo frágil de la propuesta política de Rocío Nahle, pues caminó por la entidad, dialogó con grupos que habían sido ignorados por el gobierno de Cuitláhuac García y de la noche a la mañana repuntó en las encuestas, lo que puso muy nerviosos a quienes hoy gobiernan la entidad.
La Ley Nahle no era necesaria para conseguir su postulación. Sin embargo, ahora entienden que al menos les debe servir para mantener su nombre en el imaginario político estatal y así tratar de empatar su nivel de conocimiento y empatía con los veracruzanos, con la presencia que sigue pesando más en Veracruz: la marca “Morena”.
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(DE LA COLUMNA "PUNTO DE VISTA") |