Hace poco más de veinte años, quien esto escribe laboró en la Secretaría de Salud Federal, en ese entonces comandada por el Dr. Julio Frenk. ¡Un tipazo! Julio Frenk tuvo la delicadeza de analizar el costo de la vida del mexicano, que en ese entonces se estimaba en 750 mil pesos. Eso valía un mexicano promedio. Ni más, ni menos. Y con ese cálculo se podían cuantificar incluso el resarcimiento del daño en casos de la pérdida de la vida. Aparte de eso, le tocó la circunstancia de tener que correr al célebre Fausto Alzati, a la postre endilgado con el mote de “Falsati”, por haber llegado a un alto puesto de la Secretaría con un título apócrifo. Pero Julio Frenk no solo será recordado por un servidor por esos dos emblemáticos casos. Lo que jamás olvidaré de él es que firmaba “Acuerdos” sumamente importantes, de muchos, cientos de millones de pesos de por medio, pero jamás dio la instrucción de hacer las cosas mal. Al calce de su firma, de su puño y letra aunque se le acabara la tinta, sentenciaba “Cúmplase la normatividad”. Con tres sencillas palabras el ex Secretario de Salud, Julio Frenk, ponía los puntos sobre las íes y marcaba la línea. Había que hacer, había que cumplir, pero había que hacerlo bien. En Veracruz se ha escuchado muchas veces a ex funcionarios quejarse de que están pagando con cárcel o con sendas denuncias porque cumplían la instrucción de su jefe. Fidel Herrera Beltrán fue el epítome del desorden. En sus giras (e comentó en demasía) le indicaba a los contratistas que se arrancaran a construir o a los funcionarios que adjudicaran obras. Todos salían disparados a obedecer al jefe, nadie le decía que no. El resultado fue una avalancha de corrupción y caos que derivó en un incremento feroz de la deuda pública bancaria y no bancaria. Con Javier Duarte se puso peor el problema, y no se detuvo con Miguel Ángel Yunes Linares, mientras que con Cuitláhuac García Jiménez la Auditoría Superior de la Federación ha observado millones de pesos sin que se hayan fincado responsabilidades pues el proceso sigue. En descargo de Fidel Herrera se sabe que propiciaba el desorden pero tampoco les decía que se brincaran la Ley… sus funcionarios lo hacían de muto propio. Ahora, cuando Jorge Winckler está en en prisión y señalado en esta ocasión de “tortura”, se escucha que está ahí por servir al ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares. ¡Sí y no! Está ahí por las decisiones que tomó. Por prestarse y ser partícipe de una venganza y persecución brutal que llevó a ex duartistas a la cárcel en donde pasaron penurias violatorias de sus derechos humanos. Pero ojo, él pudo haberse negado. Winckler pudo decidir no ser parte de esa maraña de rencor. Él obedeció, pues tampoco se entiende que se hayan presentado tantas vejaciones sin la venia del que mandaba en el Estado. Pero, dirían los creyentes, ¿Y el libre albedrío? ¡Cúmplase la normatividad! Es una instrucción en tres sencillas palabras, que si se siguen, le otorga a los funcionarios públicos la posibilidad de dormir tranquilos. Julio Frenk fue un señorón, un estadista adelantado a su tiempo. En Veracruz hemos tenido una caterva de funcionarios públicos no solo chambones, sino también agachados, que no se han tocado el corazón para ser partícipes de bacanales administrativos y lujurias procedimentales. Tal vez Yunes Linares indicó que les sacaran la sopa a los Duartistas, pero tal vez, solo tal vez, no le dijo a Winckler cómo. Que cada quien asuma su responsabilidad por no cumplir con la normatividad. Sígame en Facebook y en X en @AtticussLicona, y en Tik tok en @politicaaldia |