No lo quería creer porque Gladys era una amiga cercana en el afecto de mi familia y Carla una joven mujer con un prometedor futuro político, sustentado en su exitosa e incipiente carrera en el sector público. Eran ambas de esas amigas que siempre se quieren y se ven con gusto, con emoción.
Tampoco lo quería creer porque eran mujeres de bien, trabajadoras, apasionadas del arte dela política -que consiste en buscar el bien para todos-, y entraron se esa mala manera a la estadística de los feminicidios en Veracruz, ésos que con tanta enjundia y con tan pocos resultados trata de ocultar el régimen de Cuitláhuac García Jiménez.
Y no podía creer el crimen contra Gladys y Carla porque resulta inconcebible que en Veracruz se sigan acumulando crímenes públicos, resultado de acciones marrulleras, de pésimas jugadas políticas o de malas jugadas de billar.
En Veracruz los demonios andan sueltos y los atrapadiablos no saben qué hacer: dan golpes de ciego (como en Orizaba) y con su ineficiencia hacen que el clima de violencia crezca y se consolide como parte de la vida cotidiana (como en toda la entidad).
No lo podemos y no lo queremos creer, pero hoy tenemos que llorar a la doctora Gladys Merlín y a la licenciada Carla Enríquez, dos mujeres llenas de vida, buenas y sensibles, justas y preparadas, de ésas que tanto necesita Veracruz… Hoy ya se les extraña con rabia, mientras pensamos que eso no debió haber sucedido, no pudo haber sucedido. No con ellas, no a ellas, por favor…
¿Qué hemos hecho de nuestro mundo? Me pregunto junto con todos, porque todos somos culpables cuando se presentan crímenes abominables como éste.
¿Qué ha hecho la autoridad, que llegó con tantas promesas de cambios y mejoras que siguen incumplidas?
¿Dónde quedó el estado de derecho? ¿La salvaguarda de las personas honestas?
Veracruz se sigue estremeciendo por este doble feminicidio que nos duele y nos aterra y nos afecta a todos.
Una vez más, cansinamente, irremediablemente, el Gobierno del Estado tiene la palabra para esclarecer otro crimen que no pudo evitar.
Algo huele a podrido en Veracruz...
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