Sus expresiones son pecata minuta.
Acaso mueven a la risa como esa célebre invitación a los periodistas a preguntarle a su abuela Manuela Durán, ya fallecida, como estuvo eso de sus devaneos amorosos, o aquella sentencia de que “No habrá nepotismo en mi gobierno y si alguien contrató a un familiar tendrán que sacarlo de inmediato”.
Y cómo olvidar el “¡No exageren!”, cuando se le preguntó sobre los 146 feminicidios sucedidos los primeros nueve meses de su gobierno, o el “A nosotros no nos importa la politiquería barata o de qué color es el gobierno municipal, o si lo inició “D” o “Y”…” ¡Ups!
Desde luego presente en el imaginario colectivo veracruzano cuando se le cuestionó acerca de la millonaria compra de patrullas en donde con ademanes argumentó que dicha información no se haría pública debido a que los “malandros” no deben conocer sobre el equipamiento. “Será hasta el 2024 cuando se haga pública esa información”, dijo.
Pero si bien el singular mandatario es ocurrente, no tiene un pelo de tonto cuando se trata de la transa.
Se declara enemigo de las “megaobras porque se han hecho megatransas” por lo cual se ha dedicado a las micro obras entregándolas en un 98 por ciento sin licitación, es decir, de manera directa a un sospechoso padrón de proveedores y contratistas, según admite la propia Contraloría del estado.
Pero no hay fijón.
Nos divierte escucharlo parafraseando al Peje, de que “Se acabó el frijol con gorgojo” o cuando habla con faltas de ortografía y encima al estilo López Obrador, es decir, con pausas.
Así lo quieren, sin embargo, los morenos y el propio presidente de la República quien considera a su pupilo no solo “honesto” sino “bendito”.
Que importa que esté colocado entre los tres peores gobernadores a nivel república los últimos 25 meses, es decir, desde su llegada a Palacio de gobierno.
Aún más.
¿A quién le interesa que se vaya de “sabadaba” a bailar a los antros o chapear los camellones, o pintar bardas o escaparse en las noches a comer tacos de buche y tripa gorda?
De verdad importa que haya pasado un par de años argumentando que “Cuando estaba Winckler sucedían cosas peores”, minimizando y justificando matanzas y ajusticiamientos.
Y qué tal el “¡Uy, que grave que no se respondió!” (riendo y agitando las manos) al evadir temas que involucraban transparencia en la información, y de paso, a las instituciones que de esto se encargan.
Cuitláhuac García sería recordado, ahora que se vaya en marzo del año próximo en el marco de la “Revocación del Mandato” por su “¡Lastima Margarito, me quedaré 6 años!”, por ese extraordinario ingenio al recomendarle a Yunes Linares “Vitacilina para el ardor” y porque no está preocupado por la nueva cepa del coronavirus, pues aseveró que el aeropuerto de la entidad no recibe viajes del Reino Unido.
Cuitláhuac García Jiménez “No es más tonto porque no tiene más horas el día”, le escribió Raymundo Rivapalacio, uno de los columnistas políticos de mayor influencia en México.
Acaso le asiste la razón cuando observamos que Cuitláhuac gobierna con ocurrencias y que no es mejor ni peor que el Peje.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |