Sin embargo, la vida sigue.
Pareciera que es parte de la normalidad democrática y para Veracruz, que hace dos años vivimos una imparable escalada de violencia y muerte, el hecho criminal, al igual que los sucedidos en los últimos 27 meses tiene su origen en Winckler, en Yunes Linares o en los raterazos del pasado.
Es más, ante cada hecho criminal las autoridades ya ni hablan, aclaran o prometen.
Pareciera que es parte de la cotidianeidad. La criminalidad, sin embargo, ahí está, recrudecida por la época electoral en donde la narcopolítica no permite que nadie se salga del redil.
Según medios locales, Melquiades fue auxiliado y trasladado a un hospital particular de Orizaba, en donde perdió la vida debido a las heridas que tuvo en la cabeza.
Eso fue un ajusticiamiento. Fue la eliminación física de uno más que para los criminales les es incómodo por no estar de acuerdo ni someterse a los caprichos e intereses asentados en la región de las Altas Montañas.
Sostienen las autoridades federales que Morelos, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Sinaloa, Oaxaca y Veracruz son consideradas las entidades con mayores riegos de cooptación delincuencial.
En estas entidades en los últimos cinco meses se han registrado 65 homicidios relacionados con hechos políticos y, según la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana Federal, el origen está en la intromisión del crimen organizado en nueve entidades donde pone, quita, mata, presiona, copta y chatajea a candidatos de diversas fuerzas políticas.
¡Vaya noticia!
La realidad es que con focos rojos inician las campañas electorales y en Veracruz, tierra de narcopolíticos, poco o nada se hace para detener la escalada criminal.
El silencio oficial se hace presente ante lo infortunado de las recientes declaraciones del propio gobernador Cuitláhuac García al presumir con su enredado lenguaje descenso en la criminalidad.
Hoy Veracruz regresa a las prácticas del viejo oeste en donde hay que portar arma al cinto por si las recochinas moscas y, a nivel nacional la escalada criminal resultó el mejor de los pretextos para continuar con la militarización.
Y es que en los hechos ni desciende la fuerza y presencia de los Cárteles de la Droga y si se han incrementado los abusos en los derechos humanos.
Ese, pareciera, que es el destino manifiesto de los mexicanos y los veracruzanos en donde deja de perder interés un hecho criminal como el sucedido ayer con Melquiades.
Es esa brutal normalidad a la que nos está llevando la Cuarta Transformación que el día que instaure formalmente el comunismo, no va a ser ni motivo de escandalo y sí de sumisión, del ¡Ya nos chingaron!
Valiente destino manifiesto.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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