Van cargados de promesas, de buenas intenciones (para empedrar el camino al infierno de la corrupción), de planes y proyectos. De sueños también. Algunos pocos, hasta de honestidad… y de capacidad.
Representan a 14 partidos (de los cuales sólo uno es presidido por una mujer, para ignominia de la equidad de género en Veracruz) y son mitad varones y mitad féminas, aunque no le guste mucho a los morenistas, que son muy libertarios y democráticos, pero aún no terminan de ponerse de acuerdo en su posición hacia la causa feminista.
En fin, comienzan las 1,500 campañas de otras y otros tantas y tantos candidatas y candidatos y sus planillas. Todas prometen ser innovadoras, diferentes a las anteriores, a las mismas de siempre.
Pero, ay, la innovación no se cumple y seguimos igual con las promesas incumplibles, los boletines interminables e ilegibles, los slogans aburridos y sin esencia. La falta de creatividad, que los hace a todos iguales.
(Imagine el embrollo para el elector, que tendrá que elegir entre 14 logos -o 10, o 7, según- y leer 14 nombres de propietarios, otros tantos de suplentes y las planillas para integrar su comuna: el síndico y los regidores, que pueden ser uno o dos o hasta 10 o 12.
La diferencia sola de esta elección, es que las campañas cambiarán el lugar de realización: de la plaza pública al indómito terreno de las redes sociales; del micrófono al tecladazo para el Face o el tuiter; del saludo acompañado de abrazo al ademán electrónico a todo color, aunque distante.
Cuando mucho, habrá la visita domiciliaria del candidato, enfundado en su cubre bocas con el infaltable logo del partido y con el debido resguardo de la sana distancia. Así, cerquita pero no tanto, el abanderado podrá decir unas cuantas palabras altisonantes que emocionarán a los señores y espantarán a los chiquillos atraídos por el barullo de esa pequeña multitud, unas veinte personas reunidas por primera vez en la calle desde hace muchos meses.
Ahí van los candidatos con sus campañas. Véanlos subir y bajar, prometer (que es lo suyo, no cumplir), hablar, hablar mucho, tocar el puño con el puño y discretamente echarse gel en las manos, nomás por si las dudas.
Va a ser una fiesta cívica. Qué digo: van a ser muchas fiestas cívicas llenas de colorines azules, tricolores, amarillos morados, anaranjados, múltiples, rojos…
Un ciclo se cumple y empieza otra vida, como en la cosmogonía prehispánica, Un ciclo se cumple y se levantan las pasiones como nunca, porque lo que está en juego es el poder inmediato, el que se ve y se siente.
La silla municipal, a la que todos asedian, cortejan y acosan.
Ésa que da dinero, autoridad y hasta sex appeal. No digo…
sgñevet@gmail.com |