NO, de ninguna manera, nos estamos refiriendo al partido político, conocido ampliamente como acción nacional, sino al tema que ocupa al país, después, desde luego, de la pandemia del coronavirus, denominado inseguridad.

Sí, efectivamente, aunque se trate de un asunto constantemente manejado, no deja de estar en boca de todos. La razón principal, es que su crecimiento exponencial viene siendo, quizá, mucho más peligroso que la propia enfermedad que genera el virus Covid-19. Se trata, asimismo, de un asunto de carácter nacional y que implica uno de los principales problemas que impiden todo el desarrollo de la propia sociedad y del país en lo general.

Hay desasosiego por todas partes del territorio nacional y no se ponen en operación las estrategias que ya se debieron instrumentarse en casi tres años de gobierno, para doblegar este fenómeno social que ha puesto de rodillas, prácticamente, a esta administración. No hay, se evidencia todos los días, una plena voluntad para contrarrestar las acciones de la violencia, generada, particularmente, por los grupos organizados del crimen.

Lo preocupante de la inseguridad que priva en todo el país, es que se llegue, finalmente, a un caos de gobernabilidad, porque ya se están dando las primeras señales con la aparición de autodefensas, que no es más que el síntoma de inconformidad ante un gobierno que no hace nada ni pretende hacerlo, pues su marco de acción ha sido dejar hacer, dejar pasar.

La inseguridad es el pan de todos los días en un país que siempre había vivido en paz. Fue durante el gobierno federal de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, que se decidió picar el panal de la violencia, sin tener estrategias definidas y quizá, sin conocer la verdadera realidad de lo que estaba sucediendo, pues no pudieron, para nada, detener los hechos violentos y éstos, al contrario, se incrementaron al despertar la peligrosidad del monstruo de la delincuencia.

Lo anterior no significa que antes no se hubiera dado violencia en el país. Sí, la había, pero estaba controlada, porque antes que nada, eran los intereses de la sociedad, sobre los intereses políticos de un gobierno en turno, como parece suceder ahora.

Sea, como sea, el compromiso es del presente y por lo tanto, es este gobierno el responsable de garantizar la seguridad de todos los gobernados. Dar abrazos, besos y apapachos a los delincuentes, es como abrirles todas las puertas del territorio nacional, para que hagan lo que mejor les venga en gana, aunque con esto se concrete un verdadero desequilibrio denominado ingobernabilidad.

La inseguridad, muestra, antes que nada, múltiples deficiencias en el quehacer público, lo que implica que tarde o temprano, los gobernados opten por otras salidas a sus permanentes problemas, aunque tales acciones queden fuera del contexto legal, porque es precisamente en este estado de cosas, cuando los gobernados se ven obligados a romper con el marco de leyes que controlan la conducta ciudadana.

El Presidente de la República, por ahora, se ha conformado con paliar la situación de inseguridad, pero sin resultados concretos y evidentes que demuestren que existe una plena voluntad para terminar con este creciente fenómeno que ya está exacerbando a la sociedad.

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EL PRI, PREPARÓ AL ENEMIGO.

SE SABE QUE MUCHOS políticos que tuvieron sus mejores experiencias dentro de las filas del Partido Revolucionario Institucional, ahora ya se encuentran operando para otras siglas políticas, entre ellas las del propio partido político Morena.

No es nada del otro mundo, porque ahora ya no se ve mal que se busque refugio en otras instituciones políticas, luego de que la lealtad ha desaparecido para dar paso a la necesidad. Y es que, haciendo cuentas, casi todos los actores políticos del presente y algunos, todavía, del pasado, tuvieron buena formación política precisamente dentro de las filas del tricolor.

Ahí, en el seno priista se prepararon para el futuro político de México, y de cada Estado de la República, donde la actividad política se hace evidente. Lo más cruel, sería, en todo caso, la traición y esa no se da, precisamente, por dejar al PRI, para irse a otro partido, siempre y cuando dejen claro que se van, quizá, para nunca volver, siempre y cuando las circunstancias los obliguen a regresar arrepentidos.

De ahí que el PRI, haya preparado a quienes ahora son y seguirán siendo sus propios enemigos.

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CRECE LA LISTA.

AUQUE MUCHO SE DICE que la futura contienda por la gubernatura del Estado, solo será de dos personajes que se disputarán hasta el final esta posibilidad, entre la opinión pública, ha ido creciendo considerablemente la lista de aspirantes.

De esta manera, se incluye a Dante Delgado Rannauro, y quizá también a un futuro aspirante que provenga del clan político de los Yunes del Estero. Con cuatro candidatos que lleguen al momento decisivo serán más que suficientes para darle sabor al caldo político de la entidad.

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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.

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