Entre los que salieron de la cárcel casi de inmediato estuvo el propio Arturo Bermúdez Zurita, señalado desde el mismo sexenio en que fue secretario de Seguridad Pública como presunto responsable de “levantones”, detenciones ilegales y, de manera particular, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. No de una, sino de varias personas. Incluso, hasta de policías. Y por lo cual fue procesado en el bienio yunista.
Bermúdez no solo fue liberado por la “4t” –porque en política no hay coincidencias-, sino que nadie investigó ya las denuncias que pesaban en su contra desde el sexenio duartista por su posible responsabilidad en los crímenes ya mencionados, y mucho menos se le tocó un céntimo a la descomunal fortuna personal que amasó en sus años como servidor público –seguramente obtenida “gracias” a su sueldo- y que incluye hoteles de cinco estrellas, ranchos de lujo, propiedades en el extranjero, restaurantes, instituciones educativas y, con una ironía oprobiosa, empresas de seguridad.
Además, el hombre al que siempre le gustaron las emociones fuertes –cuentan que gozaba estar en primera línea en los operativos policiacos en los que hubiera “acción”, o sea, enfrentamientos armados- se dio el gusto de comenzar a practicar deportes acuáticos extremos. Hasta salió en un programa de televisión, entrevistado como “experto” en esos temas.
Hoy Arturo Bermúdez es nuevamente noticia de la política en Veracruz. Y en su “regreso triunfal” aparece como aliado del gobierno de la mal llamada y farsante “cuarta transformación” en la entidad. Por si a alguien le quedase todavía alguna duda de quiénes los ayudaron a llegar.
Luego de que la semana pasada un juez de distrito ordenó la liberación del perredista Rogelio Franco Castán -ex secretario de Gobierno del yunismo, preso por razones políticas y bajo cargos infantiles por el gobierno de Cuitláhuac García- la Fiscalía General del Estado le imputó nuevos cargos: tortura, abuso de autoridad, despojo, extorsión y lesiones, a partir de una denuncia interpuesta por… ¡adivinó! Arturo Bermúdez Zurita, quien además exige la “devolución” de cuatro bienes que le fueron confiscados por el gobierno de Yunes Linares.
Concediendo que existan los delitos invocados, quien ejerció las acciones penales contra Bermúdez en el anterior gobierno fue el entonces fiscal Jorge Winckler Ortiz, bajo cuya custodia estuvo el ex funcionario consentido del duartismo. Rogelio Franco poco pudo haber tenido que ver con lo que hubiese sucedido en el tiempo que estuvo en la cárcel. Y sobre los bienes, es al mismo gobierno estatal al que tendría, en su caso, que exigírsele la “devolución”.
El montaje es tan burdo, que la Fiscalía le inició proceso a Rogelio Franco por los nuevos cargos durante la madrugada de este miércoles 11 de agosto. Y a las 5 de la tarde del mismo día ya estaba Arturo Bermúdez apersonado en la sala de juicios orales del penal de Pacho Viejo, en audiencia ante el ministerio público para comparecer en calidad de “víctima”.
Nunca esperamos demasiado del régimen que en Veracruz se dice “diferente” y “honesto”. Pero lo que están haciendo supera la expectativa más baja. Es verdaderamente nauseabundo. Con decir que ya casi rebasan a los duartistas.
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