Si hay organismos que desde su origen han estado en la mira de los políticos son, además de los electorales, los de transparencia y rendición de cuentas. Por razones nada difíciles de suponer: que los fiscalicen y los obliguen a entregar información sobre lo que hacen con los recursos públicos de los que disponen no es lo que más desee una clase política que, en general, es toda igual de opaca y corrupta, independientemente de los partidos en los que milite o a los que salte llegada la ocasión.
Desde que inició el régimen de la pretendida y mal llamada “cuarta transformación”, ha sido su intención manifiesta anular el derecho a la información que con un esfuerzo de muchas décadas por parte de los ciudadanos mexicanos –no de los políticos- se concretó en leyes e instituciones sobre las que se han soltado furiosas andanadas con el objetivo de debilitarlas o destruirlas. Como todo lo que toca la “4t”.
En Veracruz, donde la división de poderes nunca ha logrado ser efectiva, cada régimen que ha gobernado en los últimos años –priista, panista y ahora morenista- ha infiltrado a esas instituciones con operadores e incondicionales cuya función ha sido proteger los intereses de grupo y hasta personales de quienes les colocaron ahí, desvirtuándolas y volviéndolas inoperantes hasta cierto punto.
Sin embargo, los anteriores gobiernos se ocupaban de por lo menos cuidar las formas y no evidenciarse de la manera tan vulgar como lo hace el morenato gobernante, para el que orinarse en la legalidad no constituye problema alguno, sino más bien uno de sus usos y costumbres.
Eso quedó de manifiesto con la burda simulación llevada a cabo para cubrir una vacante de comisionado del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (IVAI), el órgano garante del derecho a la información y la transparencia en la entidad.
Este martes, el Pleno de la LXV Legislatura del Estado nombró como comisionado a David Agustín Jiménez Rojas, quien a pesar de no cumplir con los requisitos constitucionales de elegibilidad ocupará esa posición durante los próximos siete años.
El Artículo 67 de la Constitución Política de Estado de Veracruz contempla entre los requisitos de elegibilidad para los consejeros del IVAI “no haber sido candidato a cargo de elección popular, cuando menos tres años antes de su designación”. Condición que claramente no cumple Jiménez Rojas, pues fue candidato a diputado plurinominal local suplente de Morena durante el proceso electoral 2020-2021. Sí, el proceso que se llevó a cabo este mismo año.
A la par de su candidatura, David Agustín Jiménez Rojas se desempeñó durante este mismo proceso como representante de Morena ante la Junta local del Instituto Nacional Electoral y el Consejo General del Órgano Público Local Electoral.
La militancia de Jiménez Rojas en el partido oficial que aspira a convertirse en hegemónico no está a discusión. Como tampoco su filiación al grupo político que actualmente ejerce el poder en el estado, ya que fue director general del Registro Público de la Propiedad de la administración de Cuitláhuac García Jiménez.
Con todo y lo anterior, la LXV Legislatura del Estado –en la cual se han especializado en quebrantar el orden legal por sistema-, le concedió la dispensa de ley “por causa justificada”, sin que haya motivación alguna que funde dicha decisión.
¿Con qué autonomía, independencia de criterio, así como calidad moral y política podrá este sujeto garantizar el derecho al acceso a la información pública de los veracruzanos cuando le llegue alguna solicitud que implique divulgar información delicada o comprometedora del gobierno o del partido del que procede? Exacto. Con ninguna. Y para eso lo pusieron ahí.
Morena se ha convertido en una máquina reproductora de las peores prácticas de ese viejo régimen priista autoritario, vertical, sucio y marrullero. Y con el ingrediente adicional de presentarse como supuesto “defensor” de “causas justas” y del “pueblo”, lo que lo vuelve todavía peor, por hipócrita y descarado.
Lo que hay que “reconocerles” es que ni Duarte era tan hábil para esas “marranadas”.
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