El tema de la semana que vino a distraernos de asuntos más relevantes para el país como es la discusión y aprobación de la Ley de Ingresos, el Presupuesto de Egresos y la Miscelánea Fiscal para el 2022, asi como la discusión sobre la que se ha dado en llamar “Reforma Energética” cuando se trata únicamente de la propuesta del Ejecutivo para Reformar diversos artículos de la Constitución en materia de Energía Eléctrica, urgentes las primeras, porque se vencían los plazos, y en curso normal respecto a los tiempos del Proceso Legislativo la segunda; es, el distractor, decía, el desplante Presidencial contra nuestra Máxima Casa de Estudios, La UNAM, a la que tachó de haberse alejado de su compromiso con el pueblo al apoyar, según él, solo Proyectos Neoliberales.  

Y, según yo, es el tema de la semana porque todo lo demás que se está debatiendo en el país y ha ocupado mucho espacio en los noticieros y redes sociales, , como el tema del Referendum Revocatorio, la extradición de Alex Saab de Cabo Verde a USA, y otros más, se inscriben en el marco de la “normalidad” a la que nos ha acostumbrado AMLO, que no deja de provocar escándalo tras otro, pero el caso de la UNAM se cuece aparte pues ha surgido así “de sopetón”, como salido de la nada, sin explicación alguna, sin antecedente de agresión o “declaración de guerra” por parte del Rector o de la Comunidad Universitaria hacia el Presidente, su régimen de la 4T o su partido MORENA y es por eso que ha llamado tanto la atención.

Al respecto es de recordar que por definición UNIVERSIDAD quiere decir Cátedra y que la autonomía Universitaria, que ostenta la UNAM le concede la libertad para establecer su propio Plan de Estudios basado en la libertad de Cátedra, donde los principios de diversidad, universalidad, tolerancia, pluralidad, generosidad y muchos otros que apegados al método científico deben prevalecer en la formación de los profesionistas que cada facultad entrega a la sociedad para servir a la patria y que es precisamente debido a estos principios que en la Universidad conviven catedráticos y alumnos que pueden expresar libremente sus ideas políticas y cuál es el modelo de país que desean se construya en México, siendo cuna de radicalismos y franca rebeldía que los identifica con la izquierda mexicana que respaldó, en su momento, la asunción del propio AMLO al poder.

Es por ello que se me hace muy difícil entender por qué el Presidente arremete contra la Universidad, sin especificar quién de entre los universitarios le ha provocado la ira y desilusión, pues si es particularmente el Rector Graue o algún investigador o catedrático quienes lo ofendieron, es contra ellos contra quienes debería enfilar sus baterías y no contra toda la Comunidad Universitaria, de la que la vocación natural  de un enorme número de Catedráticos, estudiantes y egresados es la de apoyar a un gobierno de izquierda como el que encabeza el señor Presidente, es decir que, como es su costumbre, arremete contra la Institución generalizando y poniendo en la misma canasta a sus supuestos detractores y a sus propios aliados, ya sean efectivos o potenciales, lo cual, después de su exabrupto contra la clase media me resulta lo más impolítico que le he visto pues una cosa es cargar contra un sector en particular como el empresariado o la prensa y otra hacerlo contra amplios sectores de la población como pueden ser la clase media y los universitarios.

Si a AMLO para dinamitar su propio proyecto no le bastó con echarse encima a la clase media, tal como parece ser su intención cuando vemos tanto frente abierto contra diversos sectores, lo cual es incomprensible; yo creo que ahora si lo logrará (eso de dinamitar su proyecto), al arremeter contra toda la comunidad universitaria, de ahí que la pregunta sería ¿a qué juega el Presidente?