Lo que quedó claro tras las comparecencias de los secretarios de despacho del gobierno veracruzano es que lo último que se ha combatido durante la mitad del sexenio de García Jiménez es la corrupción. En la anterior entrega de la Rúbrica se exhibió, con base en la propia información contenida en el tercer informe de gobierno, cómo prácticamente todas las adquisiciones y contratos de la administración estatal se entregan por adjudicación directa, lo que implica necesariamente opacidad que se suele traducir en amiguismo, capitalismo de cuates, tráfico de influencias y una podredumbre que suelta su hedor muy rápido.
Pero es apenas una pequeña punta de un “iceberg” de irregularidades por las que tarde o temprano García Jiménez y sus compinches tendrán que rendir cuentas. La protección y las “tapaderas” que ahora se brindan a sí mismos no durarán para siempre.
Sin embargo, parece que no se dieran cuenta. Embriagados por el poder, los neofuncionarios de la mal llamada “cuarta transformación” veracruzana actúan con un cinismo pasmoso, solo superado en sus niveles de escándalo por la supina ignorancia que muchos destilan.
Para los anales de la historia de las peores aberraciones de la política hecha en Veracruz –y vaya que está peleada esa “categoría”- quedarán las palabras de la contralora Mercedes Santoyo durante su comparecencia ante los diputados locales, durante la cual, además, no tuvo empacho en reconocer que ni siquiera cubre el perfil legal para ocupar su cargo, pues no es contadora: “no hay problema y si hubiera problema, todo es perfectible”, respondió al ser cuestionada sobre los contratos “fachada” que entregó la Secretaría de Salud a veterinarias, negocios de computación y de venta de muebles de oficina, a las que les “compró” insumos para atención médica de la pandemia.
Aunque tampoco podía esperarse demasiado de una funcionaria que aceptó un cargo para el que no está capacitada -su especialidad es el procesado de alimentos (no es broma)-, que este año autorizó entregar contratos en un 99.81 por ciento a través de adjudicaciones directas en la mismísima Contraloría General de Estado, y que se hizo la desentendida con la “peregrinación” de medio gobierno de Veracruz al “AMLOFest”, en día laboral y sin que se tratase de ningún acto oficial. Eso sí, cuidadito y los burócratas no suban loas a la “4t” en sus redes sociales personales, porque les puede costar el empleo.
Con un impudor que asquea, con “todo el pinche poder en la mano”, desde el gobernador hasta sus funcionarios y “sus” diputados se llenan la boca hablando de que han “desterrado” la corrupción. Quizás se estén refiriendo con ello al alcalde electo de Lerdo por Morena enviado al penal en Durango. No vaya a ser que cuente cuál fue el “arreglo” para “comprar” un ingenio de mil 600 millones de pesos a cambio de una presidencia municipal, y con la “ayuda” de quiénes hizo la transacción y la campaña.
Irónicamente, en su perorata en el Congreso local de este lunes, Cuitláhuac García hizo alusión a la “robadera” cometida en el pasado y a la “ominosa bursatilización ejecutada en el sexenio de Fidel Herrera, cuando Javier Duarte era su secretario de Finanzas”, cuando “hubo quien desde una cómoda curul enmudeció ante semejante robo disfrazado al erario”.
¿Se referirá el gobernador a quien fue presidente de la mesa directiva en esos años y que era amiguísimo del “Tío Fide”, el legislador Atanasio García Durán?
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