Veracruz tiene rato que dejó de ser atractivo para los inversionistas que comenzaron a alejarse en tiempos de Fidel y Javier a causa de la inseguridad y la violencia, pero se fueron en desbandada porque la violencia se ha recrudecido y por las trabas burocráticas que les ha puesto el gobierno de Cuitláhuac García.
Si a quienes invierten comprando elotes para venderlos asados, si a los que juntan unos pesos para multiplicarlos vendiendo globos, dulces o tamales con el fin de sobrevivir, es decir, si a quienes integran el comercio informal el gobernador les llama “polos de inversión”, entonces está en lo correcto porque de esos hay un friego en Veracruz.
Cuitláhuac García es el gobernador que menos obra pública ha entregado en 100 años y sus “acciones de gobierno” se circunscriben a aulas rehabilitadas en algunas comunidades (en lugar de hacer escuelas), tramos carreteros pavimentados con materiales de ínfima calidad (en lugar de hacer buenas carreteras), uno que otro hospital y clínicas rurales (sin personal médico ni medicinas). Es lo único que tiene para cacarear.
¿Que la población se expresa muy bien de su administración? Jamás he escuchado decir: “Ah qué bien está gobernando Veracruz el ingeniero Cuitláhuac García” o “El de Cuitláhuac es un ejemplo a seguir de buen gobierno”.
Si Veracruz está en la mira de los medios de comunicación del país no es porque esté progresando, sino porque su sistema de justicia es una vergüenza nacional, porque el delito de ultrajes a la autoridad es un atropello a los derechos humanos, porque el propio gobernador es un represor y porque a pesar de que bajó la incidencia delictiva (3.7 por ciento. Uta qué bajón), sigue siendo un estado con alta criminalidad.
Quizá puedo estar equivocado, pero no he sabido de ningún medio nacional que haya dado a conocer alguna obra trascendente en la entidad o una multimillonaria inversión en los últimos tres años. Lo que sí sé es que gracias a esos medios los mexicanos saben que Veracruz es primer lugar nacional en casos de VIH-Sida, primer lugar en casos de dengue, primer lugar en casos de influenza, primer lugar en casos de diabetes, primer lugar en casos de tuberculosis y primer lugar en obesidad infantil.
¿Que los inversionistas están volteando a ver a Veracruz?, sólo que sea para seguirse de largo. El 30 de diciembre el presidente nacional de la Canacintra, Enoch Castellanos dijo al Grupo de los Diez: “La inversión en Veracruz está en su mínima expresión”.
Los eslabones que unían la cadena productiva se hicieron añicos porque sin seguridad no hay inversión; sin inversión no hay empleos, sin empleos no hay dinero para satisfacer lo más apremiante y así hasta el infinito… pero para abajo.
Lo que dice el gobernador es falso. Veracruz es un polo sin desarrollo, sin productividad y sin inversión, además de ser el único estado donde se practica la represión con la venia de las autoridades. Todo esto en conjunto tiene de muy mal humor a sus habitantes.
Pero ese mal humor está medio descuadrado. Y me explico.
Con menos de la mitad de lo que sucede en Veracruz era para que el gobernador estuviera en la lona y su partido también, pero no es así. Una encuesta ordenada por un partido opositor a mediados de noviembre causó desconcierto. La encuesta pone a Morena y sus candidatos (cualquiera que sea el nombre) por encima de la alianza de los partidos opositores rumbo al 2024.
Aunque muchas cosas pueden pasar en dos años y evidentemente van a pasar, hoy por hoy y con el 67 por ciento de las preferencias electorales, Veracruz es territorio de la 4T, del partido guinda y de sus aspirantes a la gubernatura.
“Una de dos, o a tus paisanos les está gustando el masoquismo o Cuitláhuac ya les pisó la sombra con su represión, porque la encuesta está para Ripley”, me dijo en la Ciudad de México un experimentado analista político.
Y tuve que darle la razón.
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