Guillermo llega en sustitución de Aldo Valerio, quien pasó con más pena que gloria porque falló en lo que su sucesor está poniendo especial cuidado: tener una relación cercana con los reporteros y/o protagonistas de la comunicación en Veracruz.
Al licenciado Núñez Huesca lo vimos trabajar en el área de logística de la Coordinación de Comunicación Social del Gobierno del Estado y después como un buen jefe de prensa del IPAX, hasta que llegó a Comunicación Social del Congreso veracruzano, en donde finalmente le fueron reconocidos su trabajo, su sensibilidad y sus capacidades.
Hoy, los reporteros están regresando a considerar la fuente de la Legislatura como un espacio en el que son tratados con la consideración que merecen. Poco a poco se irán olvidando los tratos despóticos, fruto de una política de miedo, que alejaba y mal trataba a los responsables de difundir el importante trabajo que realizan -o deben realizar- los diputados. Y en todo eso se está notando la mano del nuevo responsable.
Lilí Bravo y Guillermo Núñez son la muestra de que las oficinas de comunicación pueden funcionar bien si se pone frente de ellas a verdaderos profesionales, no a amigos y recomendados que solamente conocen los periódicos porque alguna vez usaron uno para matar una cucaracha o para envolver una papaya.
El Gobierno de Cuitláhuac García, y los otros poderes y niveles en la entidad tienen el camino para allanar la relación rota con los periodistas, que tantos problemas de comunicación les ocasiona.
Y es solamente con que se dejen de necedades y acudan a los profesionales.
¿O no?
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